El fenómeno de “cancha inclinada” en los procesos electorales a favor de los oficialismos, “regímenes rentistas” que usufructúan los fondos girados del gobierno nacional, una fuerte dependencia del empleo público, la compra de voluntades políticas, una difusa división de poderes, y las prácticas clientelares son algunos de las razones que explican la permanencia de media docena de gobernadores, o familiares suyos, al frente de algunas provincias.
Aunque con algunas características distintivas, la práctica
también se repite en una decena de municipios del Conurbano bonaerense. En
algunos casos, se trata de reelecciones continuas; en otros, de varios períodos
con intervalos a cargo de un “delfín” político o,
directamente, de sucesiones familiares. En la práctica, mandatarios
y jefes comunales hicieron de sus provincias y municipios bastiones
inexpugnables a cualquier intento opositor.
Los Rodríguez Saá en San Luis, Gildo
Insfrán en Formosa, los Kirchner en Santa Cruz, Gerardo
Zamora y su mujer, Claudia Abdala, en Santiago del Estero, Juan
Schiaretti en Córdoba, y Jorge Capitanich en Chaco
son los mandatarios provinciales que lideran el ranking de permanencia en
el poder, según el análisis realizado por Infobae. Llevan desde
una década hasta 35 años en sus cargos, en forma continuada o con intervalos de
por medio.
Carlos Gervasoni, director del Departamento de Ciencias Políticas y
Estudios Internacionales de la Di Tella, destaca la existencia del fenómeno
que se conoce como “cancha inclinada” en los procesos electorales, en un
paralelismo con una competencia de fútbol con condiciones desventajosos para
uno de los dos equipos, y que beneficia al oficialismo en el poder. “Hay
competencia electoral, sí, pero es muy desigual. Hay elecciones, pero
no son tan libres ni justas porque el oficialismo tiene ventajas y es imposible
que pierda”.
La perdurabilidad en los cargos está atada, en la mayoría de los casos,
a los recursos de la coparticipación federal que reciben los
gobernadores del mismo color político que el gobierno nacional. “La ventaja de
los oficialismos viene de las rentas del federalismo fiscal. Son provincias que
tienen una extrema dependencia de los fondos que reciben desde la Nación. Recaudan
muy pocos impuestos propios y reciben mucho dinero de transferencias federales
para gastar”, señala este doctor en Ciencia Política por la Universidad de
Notre Dame (Francia). A los giros automáticos por coparticipación se suman
las transferencias discrecionales desde el Tesoro nacional, y
una opaca rendición de cuentas sobre el uso de esos fondos.
Gervasoni describe que estos distritos se caracterizan por un alto
porcentaje de empleo público, planes sociales, clientelismo político,
y poco desarrollo privado. “Hay un Estado provincial
hipertrofiado. Las empresas viven de contratos con el Estado, los medios
viven de la pauta oficial. La estructura es muy similar a los rentismos
petroleros del Medio Oriente. El gobierno tiene recursos para generar una
economía estatista que no podría sostener con recursos propios. Lo hacen con
plata de la coparticipación, que se distribuye hacia las provincias con menos
población, no en función de cuán pobres son”, afirma.
En ese sentido, sostiene que se genera “una enorme dependencia económica
de la población e incluso de los empresarios locales del gobierno provincial,
lo cual hace que nadie quiera oponerse al oficialismo por riesgo a
perder el empleo, un contrato o la pauta publicitaria”. Ante este panorama,
este experto en Ciencia Política se pregunta: “¿Cómo compite la oposición en un
contexto en que los medios no quieren darle espacios, o los empresarios no
quieren aportar a candidatos opositores?”.
Los hermanos Rodríguez Saá
Alberto y Adolfo Rodríguez Saá, actual y ex gobernador de San Luis
San Luis es sinónimo de Rodríguez Saá. Ya sea como aliados
o como enemigos íntimos, Adolfo y Alberto manejan la política
puntana desde 1983, aunque con dos breves interrupciones. Suman, entre
ambos, 34 años en el poder provincial bajo la bandera del
peronismo.
Es una de las ocho provincias donde el oficialismo nunca perdió, “algo que debería
ser raro en una democracia”, tal como destaca Gervasoni. Se suma que una misma
familia permanece al frente de la gobernación desde el retorno democrático, con
apenas dos interrupciones de funcionarios aliados.
Lejos de prosperar, San Luis es una de las provincias con mayor
población bajo la línea de pobreza, un 38%, y casi un 5% de indigentes,
según los datos del primer semestre de 2022 del INDEC. La perpetuación de los
hermanos Rodríguez Saá se explica, también, por el alto empleo público: el
terruño de los Saá tiene 68 empleados provinciales por cada 1.000
habitantes, según datos de la Dirección Nacional de Asuntos Provinciales
que depende del Ministerio de Economía.
El primer gobernador de San Luis con la llegada de la democracia fue el
más joven de los hermanos, Adolfo. Permaneció cinco mandatos consecutivos en el
poder provincial, 18 años en total, hasta que recibió el premio mayor: ser
presidente de la Nación. Pero le tocó lidiar con la crisis de 2001. A pesar de
ser presidente por apenas siete días, Rodríguez Saá se alejó de San Luis y
asumió en su lugar María Alejandra Lemme, su vicegobernadora, quien
terminó el mandato hasta diciembre de 2003. Los Rodriguez Saá volvieron al
poder ese mismo año, pero con Alberto como gobernador: fueron ocho años después
de dos mandatos consecutivos.
Los Rodríguez Saá tuvieron que elegir a un delfín por primera vez en
2011 para San Luis. Impedido Alberto de presentarse a una nueva reelección,
Adolfo intentó postularse como candidato a gobernador de Buenos Aires, pero la
Justicia finalmente invalidó su postulación por incumplir con requisitos
legales. De todas maneras fue electo senador nacional. La solución para San
Luis fue designar a Claudio Poggi, ex presidente de la Cámara de
Diputados y un contador de confianza de Alberto Rodríguez Saá que había ocupado
distintos cargos en la administración provincial hasta llegar a desempeñarse
como su jefe de Gabinete.
Poggi ganó las elecciones en 2011, pero los Rodríguez Saá no avalaron su
reelección en 2015, lo que rompió esa relación y culminó por convertirlo en
líder opositor. Los años posteriores fueron conflictivos con los hermanos
Rodríguez Sáa enfrentados y, por primera vez, con un opositor como Poggi, que
pasó a ocupar una banca en el Senado de la Nación elegido por Cambiemos y que
mantiene una buena imagen entre los puntanos. Alberto Rodríguez Saá volvió a
ganar en 2015 y fue reelecto en 2019, aunque esta última elección fue histórica
porque enfrentó a su hermano.
Sus gobiernos no estuvieron exentos de denuncias por la
cooptación de la Justicia provincial, la ausencia de una prensa independiente y
los casos de violencia institucional por parte de la policía
provincial no esclarecidos.
¿Qué pasará este año? El actual gobernador no podrá volver a presentarse
a los comicios, entonces introdujo una modificación clave en el sistema
electoral. El Senado puntano aprobó este año la ley de Lemas, un sistema que
elimina las internas partidarias y permite competir en las elecciones a
gobernador a varias agrupaciones del mismo signo político. Esta normativa
permite que, muchas veces, el candidato más votado no sea el ganador, sino el
que más votos recibe dentro del partido que más suma.
Por lo pronto, su hermano Adolfo, actualmente enemistado, lanzó hace
pocos días su candidatura para volver a conducir San Luis, y continuar una
tradición vigente desde 1983.
4Gildo Insfrán lleva 28 años como gobernador en forma ininterrumpida
La Formosa de Gildo
Si bien Insfrán ya era señalado como uno de los
mandatarios que se había eternizado en el poder con un férreo patriarcado con
el que se manejó en sus siete mandatos consecutivos, la pandemia
expuso a este referente peronista como uno de los gobernadores más cuestionados
del país por el “estado de excepción” que instauró en Formosa. Su
mano de hierro en las restricciones por el Covid-19, que le valió numerosas
denuncias por violaciones a los derechos humanos por las condiciones
instauradas en los centros de aislamiento sanitario y le costó la vida a
familiares desesperados por ver a sus seres queridos, llegó hasta la Corte
Suprema y tribunales internacionales.
Insfrán acumula 28 años en la gobernación de esa provincia
norteña, y otros 8 previos como vicegobernador, cargo al que llegó en 1987.
En total, 36 años consecutivos en la cima del poder provincial, el
período más largo ejercido desde el regreso de la democracia por un mismo
mandatario provincial.
Aunque su discurso en los 90′ era menemista, cuando fue elegido por
primera vez en Formosa, su apoyo al peronismo mutó como el propio movimiento:
fue duhaldista y luego kirchnerista. Los representantes de Formosa en el Senado
siempre apoyaron al peronismo en todas sus facetas. El senador formoseño José
Mayans es el presidente del bloque kirchnerista Frente Nacional y Popular en la
Cámara alta.
Durante los últimos cinco comicios para gobernador, Insfrán superó el
70% de los votos. “Lo de Formosa no ocurre en ningún lado del mundo. Cuesta
creer que una provincia tan retrasada tenga a su gente tan conforme como para
que vote siempre al mismo gobernante. Es un ejemplo de cómo el extremo
rentismo crea las condiciones para que un partido, persona o familia genere
dependencia económica extrema”, advierte Gervasoni. En la provincia, de
cada 1000 habitantes, 64 eran empleados provinciales en 2021, según
datos de la cartera de Economía nacional.
Desde que asumió, este caudillo formoseño de profesión veterinario fue
denunciado por distintos tipos de delitos, desde corrupción hasta falta de
libertad de prensa. También fue acusado de disciplinar a la justicia
provincial, que nunca avanzó en las investigaciones en su contra a lo largo de
estas décadas.
Su poder fue creciendo con el paso de los años, pero la calidad de vida
de los formoseños no mejoró: en la provincia hay 24,4% de personas por debajo
de la línea de pobreza, y 8,6% por debajo de la indigencia, según los datos del
INDEC para el conglomerado del Gran Formosa.
Las acusaciones por clientelismo político y falta de libertades
esenciales se multiplican y aparecen como las principales justificaciones
opositoras de su repetido éxito electoral.
Los Kirchner
Santa Cruz tuvo a los Kirchner como un apellido de referencia política en las últimas dos décadas. Primero Néstor fue gobernador durante 12 años, entre 1991 y 2003, tras haber sido intendente de la capital Río Gallegos. Luego, su hermana Alicia asumió en 2015 y fue reelecta en 2019. Entre los dos, para 2023, suman 20 años.
En el medio hubo un periodo en que hubo tres mandatarios alineados con el kirchnerismo. Héctor Icazuriaga, vicegobernador de Néstor Kirchner, quien completó su mandato cuando éste renunció en mayo de 2003 para asumir en la Casa Rosada; Sergio Acevedo, quien se fue tres años después en desacuerdo con el manejo desde la Casa Rosada de los fondos para la obra pública provincial y fue reemplazo por su vice, Carlos Sancho; y otros ocho años de mandato de Daniel Peralta. Tras su primer mandato, a finales de 2011, Peralta rompió con el kirchnerismo y fue reemplazado en 2015 por Alicia Kirchner, con quien compitió dentro del mismo espacio político - el Frente para la Victoria - en el marco de la ley de lemas provincial, y fue reelecta en 2019.
Pese a la riqueza de sus recursos naturales, la pobreza en
Santa Cruz, después del largo ciclo kirchnerista que arrancó a principios de
los 90′, hoy alcanza al 30% de las personas y la indigencia de casi el
5%, según los datos del primer semestres del INDEC de 2022. Es uno de los
ejemplos que cita Gervasoni de una provincia que “recibe mucha coparticipación
por tener poca población, pese a tener recursos petroleros”.
De cada 1.000 habitantes, 95 santacruceños son empleados públicos. Santa
Cruz se ubica así en quinto lugar en el ranking de los distritos con más habitantes
dependiente de un sueldo provincial, según datos del Ministerio de
Economía.
El matrimonio Zamora-Abdala
El senador Gerardo Zamora junto a la gobernadora de Santiago del Estero
y esposa, Claudia Ledesma Abdala Gentileza Diario Panorama 162
Después del sombrío período del caudillo peronista Carlos Juárez, Zamora asumió
como gobernador en 2005 con la promesa de aggiornar Santiago del Estero,
luego de la intervención federal de la provincia el año anterior. La provincia
había sido intervenida por Néstor Kirchner y quien tomaba el mando era un
radical bajo el sello del Frente Cívico por Santiago, que pronto supo hacerse
aliado de la Casa Rosada. Sus alianzas estratégicas con el kirchnerismo -como
parte de los llamados “radicales K”- y la alternancia con su mujer, Claudia
Ledesma Abdala, le permitieron perpetuarse en el poder durante 18 años
consecutivos.
Los Zamora llevan casi dos décadas gobernando la provincia, pero
Santiago del Estero continúa siendo uno de los distritos más necesitados del
país: son pobres el 40% de los santiagueños que viven en el aglomerado
que conforman la capital provincial y la ciudad de La Banda, e indigentes el
6,4%, según los últimos datos del INDEC. Pese a esta crítica situación
social, Zamora inauguró en 2021, con el presidente Alberto Fernández como
invitado, un megaestadio presupuestado inicialmente en $984
millones que terminó costando más de $3.000 millones con sus
obras aledañas.
De origen radical, Zamora quebró en 2005 una hegemonía de 40 años que
mantenía el peronismo, pero sus opositores le critican haber mantenido en
Santiago las mismas prácticas clientelistas y de un Estado feudal.
Tras sus primeros cuatro años, ganó su primera reelección en 2009 con el 85% de
los votos. El gobernador intentó ir por un tercer mandato consecutivo: una
jueza provincial declaró inválida una cláusula de la Constitución provincial
que lo inhabilitaba a presentarse como candidato, pero la Corte Suprema de
Justicia de la Nación revirtió el fallo y vetó la posibilidad de que se presente
como candidato.
Ante esa imposibilidad, Zamora bendijo a su mujer, Ledesma Abdala, como
la candidata del oficialista Frente Cívico, que finalmente ganó la elección del
2013 con el 64% de los votos. Él asumió como senador nacional y se convirtió en
presidente provisional de la Cámara alta hasta 2015, un cargo que demostraba la
cercanía que había tejido con Cristina Kirchner. La provincia quedó en manos de
su mujer hasta 2017, cuando Zamora se postuló nuevamente. Volvió a ganar y,
como ocurrió años atrás, en un nuevo enroque, su mujer desembarcó en el Senado.
Tras el triunfo del Frente de Todos en 2019, la actual vicepresidenta la eligió
como presidenta provisional. Zamora fue electo por tercera vez en 2021 con el
63% de los votos, es decir, continuará a cargo de la gobernación santiagueña,
al menos, hasta 2025.
Juan Schiaretti
Schiaretti al inaugurar las sesiones ordinarias de Córdoba el 1 de
febrero pasado
Si bien las características del gobierno del “Gringo”
Schiaretti en Córdoba no permiten encuadrar su
gestión como “feudal”, el dirigente peronista crítico del kirchnerismo
lleva 12 años al frente de la provincia mediterránea. Ocupó el
cargo entre 2007 y 2011, tras haber sido vicegobernador del fallecido José
Manuel de la Sota, luego de unas cuestionadas elecciones en las que se impuso
por apenas 1,13% sobre Luis Juez, entonces intendente de la ciudad de Córdoba.
Volvió a ser electo en 2015 por Unión por Córdoba, y renovó su mandato en 2019
con una diferencia histórica de 36 puntos sobre el segundo, el radical Mario
Negri.
Pero Gervasoni marca una diferencia importante de la provincia de
Córdoba en relación a otras provincias que podrían considerarse “feudales” o
dependientes de los recursos que le envía el Gobierno nacional. “Hay un
oficialismo peronista que viene ganando siempre, pero todo indica que
no hay cancha inclinada. Schiaretti estuvo a punto perder las lecciones contra
Juez. No tiene la vaca atada y no es una provincia rentista, no
depende de las transferencias que le envía el Gobierno nacional”.
En ese sentido, la emparenta con la Ciudad de Buenos Aires donde hace
casi 16 años gobierna el PRO. “En CABA, nadie cree que los porteños son sujetos
de clientelismo o que en su mayoría son empleados de (Horacio Rodríguez)
Larreta, si no que la gente evalúa como razonable la calidad del gobierno. Y
las elecciones fueron competitivas y peleadas para el jefe de Gobierno a la
hora de ser reelecto”.
Fuertemente distanciado del Gobierno nacional, hoy Schiaretti busca
conformar un nuevo espacio político nacional con dirigentes del peronismo
tradicional y otros aliados de cara a las próximas elecciones “por fuera de la
grieta”. Con buena imagen en una provincia donde el kirchnerismo recoge un alto
índice de rechazo, y casi 4 millones de habitantes, Córdoba registra la menor
cantidad de empleados públicos provinciales: 34 por cada 1.000 habitantes,
según los datos al 2021 del Ministerio de Economía. Sin embargo, el Gran
Córdoba registra un 40% de personas por debajo del índice de
pobreza y un 10% de indigentes, según el último informe del INDEC.
Jorge Capitanich
Jorge Capitanich cumplirá en diciembre 11 años al frente de la
gobernación de Chaco
“Coqui” Capitanich lleva más de una década al frente de Chaco,
período que no fue tan beneficioso para la provincia como para este dirigente
kirchnerista. Gran Resistencia fue en 2022 el conglomerado urbano del país con
récord de pobreza: casi el 50% de sus habitantes son pobres y el 13%
indigentes, según las estadísticas oficiales. Este contador peronista ganó
sus primeras elecciones como gobernador provincial en 2007, pero sus contactos
con el Partido Justicialista comenzaron muchos años antes.
Fue elegido como senador nacional en 2001 por la minoría. A poco de
asumir como legislador, el chaqueño se mudó a la Casa Rosada para convertirse
en el primer jefe de Gabinete de Eduardo Duhalde, allá por 2002. Cuando Néstor
Kirchner apareció en la interna peronista, en 2003, el chaqueño fue uno de los
que lo apoyó y esa apuesta le valió un respaldo político que potenció su
carrera.
Ya consolidado en la escena peronista, Capitanich volvió a Chaco para
quitarle la provincia a la UCR y lo logró: en 2007 le ganó la elección al
entonces gobernador radical Ángel Rozas por apenas 1.000 votos de diferencia.
“Coqui” consolidó su poder desde el Estado, fue reelecto en 2011 por una
holgada diferencia y, en noviembre de 2013, volvió a mudarse a la Casa Rosada
por pedido de Cristina Kirchner, que lo convocó para transformarse en su jefe
de Gabinete. No renunció a su cargo de gobernador, sino que pidió licencia.
Volvió a hacerse cargo de la provincia en febrero de 2015.
Tras la derrota del kirchnerismo en las elecciones nacionales de ese
año, Capitanich se refugió en la Intendencia de Resistencia, la capital
chaqueña. Cuatro años después, con el regreso del Frente de Todos a la Casa
Rosada, “Coqui” volvió a presentarse como candidato y ganó, por tercera vez,
las elecciones provinciales. Manejará los hilos de la política chaqueña, al
menos, hasta el próximo diciembre, cuando cumplirá 11 años al frente de la
gobernación chaqueña. Se especuló con la posibilidad de que sea candidato a
presidente por el kirchnerismo, pero aseguró hace menos de un mes que estaba
“absolutamente abocado a la reelección” en Chaco.
Los barones del Conurbano
Las largas estancias en el poder son un fenómeno que se repite en
algunos municipios del Conurbano bonaerense, aunque no exactamente con las
mismas características. Algunos “barones” se mantienen en sus cargos, ya sea
ellos o mediante familiares, desde hace décadas.
Durante su gestión como gobernadora, María Eugenia Vidal impulsó limitar
la reelección indefinida de los intendentes y la Legislatura bonaerense -con el
apoyo del massismo- aprobó en 2016 que sólo podrían ejercer el cargo dos
períodos de manera consecutiva, tomando como primero el que los intendentes
estaban cumpliendo a partir de 2015. Pero esta interpretación generó reclamos
judiciales sobre la retroactividad de la norma.
A finales de 2021, la ley se modificó para permitirle a muchos
intendentes históricos una última posibilidad de ser reelectos, ya que el
nuevo texto aprobado considera que aquellos que fueron elegidos en 2017 o 2019,
se les contabilizará ese mandato como el primero, aunque hayan estado más de
dos décadas en el cargo. En el caso de los mandatos que se hubieran iniciado
como resultado de las elecciones del 2021, la norma estableció que se les iba a
computar como primer período, sólo en el caso que no hubieran ejercido un
mandato inmediato anterior.
Gervasoni entiende que las causas de la permanencia de los mismos
“barones” a lo largo de los años son distintas en el Conurbano. “Los municipios
tienen mucho menos capacidad de gasto, los recursos los tiene la Provincia, y
el empleo público municipal es menos significativo. No hay tanta dependencia en
ese sentido respecto de los intendentes”.
Pero sí reconoce que “en los municipios más pobres hay dosis
importantes de clientelismo en el sentido más clásico, de
distribución de comida, de planes sociales entre sectores de clase baja, que
los vuelven más dependientes de esos recursos, que en general son distribuidos
por los jefes comunales”.
Este experto advierte que en los municipios tiene lugar otro fenómeno
distinto al que se da en las provincias, que explica también la permanencia de
los mismos “barones” a lo largo de los años: “Hay electorados más
homogéneos en lo socioeconómico, y con intereses culturales similares que
tienden a votar parecido en determinado sentido, lo que explica que haya
reelecciones frecuentes de intendentes en GBA, o de la misma fuerza política”.
Un ejemplo de este fenómeno es lo que ocurre en San Isidro, donde
la familia Posse se ha convertido en una dinastía de la
política bonaerense. Gobiernan el mismo distrito en forma ininterrumpida desde
hace más de cuatro décadas. “Es un municipio donde no hay dependencia
económica; es uno de los más ricos, sin empleo público significativo. Al igual
que en Vicente López, hay una población de clase media y media alta que tiende
a votar a agrupaciones más ligadas al radicalismo o al PRO. En cambio, en La
Matanza, Merlo o Florencio Varela con poblaciones de clase baja, siempre gana
el peronismo”, advierte este doctor en Ciencia Política.
Primero fue Melchor Posse, que asumió como intendente de San
Isidro en 1958, por un período, hasta 1962. Tras una activa vida política
dentro de la UCR, volvió a su partido con el regreso de la democracia, en 1983.
Desde ese momento, ninguna otra persona gobernó San Isidro que no se apellide
Posse.
Ya suman, entre padre e hijo, 44 años al frente del municipio con el
presupuesto per capita más alto del Conurbano. Melchor permaneció
durante cinco mandatos consecutivos hasta que, en 1999, decidió postularse como
candidato a vicegobernador de la provincia de Buenos Aires en la fórmula que
encabezaba Graciela Fernández Meijide. San Isidro quedó, desde entonces, en
manos de su hijo Gustavo. Si la seguidilla de Melchor parecía larga, la
de Gustavo Posse la superó: lleva seis mandatos consecutivos
en el municipio.
Gustavo Posse cumple en diciembre 24 años al frente de San Isidro
Sin embargo, hay excepciones en los municipios donde tiende a haber
vecinos con una situación socioeconómica similar. “Lomas de Zamora no es tan
homogénea socialmente, pero igual siempre gobernó el peronismo. En Quilmes, en
cambio, donde también hay poblaciones diferentes, sí se dio una rotación de
intendentes”, advierte Gervasoni.
Detrás de los Posse, Alberto Descalzo es el segundo
intendente con más duración ininterrumpida en el cargo: suma 28 años como
intendente de Ituzaingó. Descalzo, un peronista que hizo sus
primeras armas en la política gremial de Morón, fue el único gobernante que
tuvo en su historia este partido. Llegó a ese cargo en 1995, cuando se creó el
municipio, como candidato del Partido Justicialista, y fue reelecto seis veces
hasta la actualidad.
Alberto Descalzo es intendente de Ituzaingó desde hace 28 años
Juan José Mussi desembarcó en Berazategui en
1987 de la mano de la Renovación Peronista que encabezaba Antonio Cafiero. Fue
reelecto en 1991 y permaneció en el cargo hasta 1994, cuando se alejó del
municipio para emprender su carrera política bonaerense. Médico de profesión,
Mussi fue convocado por el entonces gobernador Eduardo Duhalde para ser
ministro de Salud provincial, un cargo que ostentó durante ocho años.
Juan José Mussi, intendente de Berazategui, con 18 años al frente del
Municipio
Tras un breve paso por la gestión nacional, Mussi volvió a Berazategui
en 2003. Ganó las elecciones y fue reelecto en 2007 pero, otra vez, dio un paso
al costado. Fue convocado en 2010 por Cristina Kirchner para asumir como
Secretario de Ambiente de la Nación. Su hijo, Juan Patricio Mussi,
que ya trabajaba en el gobierno municipal, quedó al frente de manera interina.
Juan Patricio fue electo en 2011 con más del 70% de los votos y luego reelecto
en 2015.
Tras su paso por Nación y cuando parecía que su hijo había heredado la
bendición política de su padre en Berazategui, Juan José Mussi volvió a asumir
su quinto mandato en el municipio, que termina el próximo diciembre, y se
convirtió en intendente con ya más de 80 años. Padre e hijo ya suman 27
años en el poder de este distrito bonaerense.
La familia Granados también supera las dos décadas a
cargo de un municipio bonaerense. Alejandro Granados ganó las
seis elecciones que se realizaron en Ezeiza desde 1995: este
intendente de alto perfil, que por su bigote y por su discurso de mano dura se
ganó el apodo del “Sheriff”, acumula 24 años como intendente.
El intendente de Ezeiza, Alejandro Granados, acumula 24 años en el
cargo(NA: MIN INTERIOR)
Sólo dejó el distrito por sus aspiraciones políticas en 2013, cuando se
convirtió en ministro de Seguridad bonaerense y dejó como interino a Oscar
Cicco. Volvió al cargo en 2015 y fue reelecto en 2019, pero con la llegada de
Alberto Fernández se acercó al presidente. Volvió a pedir licencia cuando llegó
la pandemia del Covid-19, entonces dejó a su hijo Gastón Granados como
intendente interino.
El “Sheriff” retomó en enero pasado su trabajo en Ezeiza. ¿Qué pasará
este año? Más allá de la decisión que tome Granados, tanto su mujer como su
hijo (de otro matrimonio) reclaman una sucesión en el municipio.
Mario Secco es intendente del partido de Ensenada desde
2003. Después de décadas en la política gremial peronista, Secco dio el salto a
la política partidaria de la mano del kirchnerismo. Fue electo cinco veces como
intendente municipal, la última con un 72% de los votos. Este dirigente cercano
a Cristina Kirchner volvió a aparecer en la escena en octubre cuando pidió
públicamente la reelección de Axel Kicillof como gobernador bonaerense.
Mario Secco, intendente de Ensenada desde 2003
Mario Ishii es un ícono dentro de los barones del conurbano. Su
perfil excéntrico y su cercanía con Néstor Kirchner le dieron visibilidad
cuando recién desembarcaba como intendente de José C. Paz, uno de
los distritos más pobres del conurbano. Su primera etapa como intendente fue a
partir de 1999 y se mantuvo en el cargo por 12 años ininterrumpidos, hasta que
en 2011 salió del municipio para ser candidato a gobernador bonaerense, un
experimento fallido cuando perdió con Daniel Scioli en la interna del Frente
para la Victoria. Volvió al cargo en diciembre de 2015, cuando el kirchnerismo
estaba en pleno retroceso a nivel nacional, y fue reelecto en 2019 con casi el
60% de los votos. Ya suma dos décadas como intendente.
Fernando Espinoza asumió en 2019 su cuarto mandato al
frente de La Matanza, el partido más poblado del Gran Buenos Aires.
Lo hizo luego de que su sucesora y ahijada política, Verónica Magario,
dejara el municipio para pasar a la vicegobernación como segunda de Axel
Kicillof. Magario lo había sucedido como socia política, lo que le permitió
volver a Espinoza después de un período fuera del cargo en el que ejerció como
diputado nacional.
El intendente Espinoza y su socia política, Verónica Magario, actual
vicegobernadora
Espinoza se había hecho cargo de La Matanza por primera vez en 2005,
cuando reemplazó a Alberto Balestrini, que dejó el municipio para ocupar una
banca en la Cámara de Diputados. Dos años después, en 2007, fue electo por el Frente
para la Victoria y en 2011 fue reelecto. En total, ambos llevan 18 años al
frente del principal bastión electoral de la Provincia, con más de 2 millones
de habitantes.
Aunque no sea reconocido como muchos de sus colegas peronistas, Gustavo
Arrieta también supo construir una dupla junto a su mujer, Marisa
Fassi, que les permite gobernar Cañuelas durante los
últimos 16 años. Este martillero público llegó al municipio en 2007, tras años
como concejal kirchnerista. Fue reelecto en 2011, pero no asumió el cargo
porque el entonces gobernador bonaerense Daniel Scioli lo convocó para asumir
como ministro de Asuntos Agrarios. Fueron dos años de ausencia que cubrió su
mujer. Esta escena ya se repitió varias veces.
Gustavo Arrieta y su mujer Marisa Fassi suman 16 años al frente de
Cañuelas
Arrieta regresó en 2013 a Cañuelas para culminar su mandato. Fue
reelecto por segunda vez en 2015, pero días después volvió a tomarse licencia
para asumir como diputado nacional. Una vez más, su esposa cubrió sus espaldas
en el municipio. Retornó a Cañuelas en el 2017 para completar su gestión y ganó
las elecciones de 2019, pero apenas asumió fue designado Administrador General
de Vialidad Nacional. Fassi continúa hoy al frente del municipio.
El intendente de Esteban Echeverría, Fernando Gray, va por su cuarto
mandato
Ahijado político del duhaldismo, Fernando Gray se
fogueó de la mano de Hilda “Chiche” Duhalde en el Ministerio de Desarrollo
Social. Con el desembarco del kirchnerismo, Gray supo ganarse la bendición del
kirchnerismo para competir en Esteban Echeverría. Encabezó la lista
del Frente de Todos en 2007 con el aval de Alicia Kirchner y ganó la
intendencia con apenas el 24% de los votos. Desde ese momento fue reelecto tres
veces, a pesar de sus vaivenes políticos con el kirchnerismo, que lo han
ubicado varias veces frente a La Cámpora. Este año cumple 16 años en el cargo.
Ex presidente del PJ Bonaerense fue a la Justicia para reclamar contra el
mecanismo de asunción de Máximo Kirchner en diciembre pasado al frente del partido.
Después de dos décadas de carrera en el sector público, Jorge
Ferraresi se encontró con una oportunidad que no desaprovechó. Había
sido electo en 2007 como concejal de Avellaneda por el
peronismo y luego el entonces intendente Baldomero Álvarez de Olivera lo
convirtió en el primer concejal de ese distrito. Su jefe político fue convocado
en 2009 como ministro de Desarrollo Social de la Provincia de Buenos Aires así
que delegó su función como intendente en Ferraresi, quien no dejó pasar esa
oportunidad.
Ferraresi revalidó sus credenciales en las urnas: fue electo intendente
de Avellaneda en 2011 con el 56% de los votos, y reelegido en 2015 y 2019. Sus
años de gestión lo acomodaron como un hombre de confianza de Cristina Kirchner,
una relación que se confirmó cuando lo nombró vicepresidente del Instituto
Patria. Se tomó licencia en 2020, cuando fue convocado por el presidente
Alberto Fernández para asumir como ministro de Desarrollo Territorial y
Hábitat.
En octubre pasado, Ferraresi renunció a su cargo para volver a su
terruño. Ya lleva 12 años de gestión y, si decide volver a ser
candidato, ese número podría estirarse hasta los 16.
Ferraresi volvió al Municipio de Avellaneda en octubre, tras haber
tomado licencia para ser ministro de Hábitat
La mayoría de los mandatarios e intendentes que llevan años en el cargo
argumentan que cada nuevo mandato es producto de la voluntad popular. Omiten
mencionar las ventajas que usufructúan desde su condición de
oficialistas para ser electos una y otra vez, apelando muchas veces
a manejos autocráticos. Y cuando las reglas electorales les
ponen un límite, recurren a la Justicia o aprovechan mayorías políticas
legislativas para forzarlas. La meta es mantenerse en el poder tanto tiempo
como sea posible.
Publicado en Infobae, 5/1/2023