sábado, 26 de noviembre de 2011

EFECTOS DEL AGUA FRÍA SOBRE EL CORAZÓN.


NO es bueno beber una copa de alguna bebida fría  después de una comida. Por qué?????
El agua fría solidificará la  materia aceitosa que usted acaba de consumir.
Esto retrasará la  digestión. Una vez que este ' lodo ' reaccione con el ácido, se  disolverá y será absorbido por el intestino más rápidamente que  el alimento sólido. Muy pronto, esto se  convertirá en  grasas y se conducirá al corazón.

Lo mejor es beber sopa caliente o agua templada después de  una comida.  

Una nota seria sobre  ataques al corazón: usted debería saber que el principal síntoma de ataque al corazón NO va a ser siempre un dolor en el brazo izquierdo.

Esté  alerta a un dolor intenso en la línea de la  mandíbula.

Usted quizás nunca tenga el primer dolor de pecho durante el curso de un  ataque al corazón.

Las náuseas y el sudar intensamente son también síntomas comunes.
El 60% de la gente que tiene un ataque al corazón mientras están dormidos, ya no despiertan.

El dolor en la mandíbula puede despertarlo de un sueño profundo. Seamos  cuidadosos y estemos atentos. Cuanto más sepamos, mayor será la  oportunidad que tengamos para poder sobrevivir.

Un cardiólogo dice que si cada uno que lee este mensaje y lo comenta, se puede estar seguro que por lo menos salvaremos una  vida.

Podría salvar una vida. Entonces, por  favor sea un amigo verdadero y recomiende este artículo a todos sus amigos que le importan.
No se olvide que lo conoció en CONTRACAMBIO. BLOG SPOT 
Para aquellos a los  que les gusta  beber  agua fría, este artículo es  interesante.

viernes, 25 de noviembre de 2011

PARA PROBAR NO HAY QUE USAR EL POTENCIAL



La Cámara Civil y Comercial de Corrientes desestimó el recurso del actor de una causa en la que pretendía declarar la falsedad de un escrito judicial ya que su firma estaba falsificada. Los jueces consideraron que las pruebas que presentó no eran suficientes y, sobretodo, que en sus fundamentos utilizó el tiempo potencial y esto, según el fallo, prueba que no había un fundamento concreto de los hechos.
En ocasiones, sobre todo en el ámbito periodístico, el uso del condicional sirve para evitar cualquier tipo de problema legal ya que no se afirma nada al asegurar que algo, por ejemplo, “pasaría”, “ocurriera”. Pero la relación no es inversamente proporcional, es decir, no funciona al revés, no se puede usar en la Justicia una expresión semejante a la hora de defenderse de alguna acusación.

Así lo entendieron los magistrados de la Cámara Civil y Comercial de Corrientes en los autos “Roldán, Carlos Isidro c/José María Pared s/Ordinario”, quienes desestimaron la declaración del actor de la causa, quien precisó que una firma suya que aparecía en un escrito judicial era falsa.

Los jueces entendieron que en su presentación el hombre no pudo probar concretamente que la firma no le correspondía, pero, además, y como elemento principal de la desestimación, los camaristas alegaron que, en su defensa, el actor habló en “potencial”, logrando de esta forma que su testimonio carezca de peso ya que cuando una persona basa sus declaraciones en hechos no necesita referirse a los distintos elementos a su favor como si fuesen presunciones.

El hombre había solicitado la nulidad de la sentencia debido a que la firma del escrito “no habría sido puesta de su puño y letra. Que ello surge del simple cotejo de dicha grafía con las que figuran en escritos anteriores y por tal motivo solicitó la realización de una pericial caligráfica. Consideró que habría mediado un fraude procesal de extrema gravedad y que debía ser investigado ante la posible falsificación de una firma en proceso judicial que podría configurar un delito penal”.

La jueza María Eugenia Sierra de Desimoni votó en disidencia, alegando que “por definición, la firma no puede ser reemplazada por grafismo de terceros. De ser apócrifa, estaríamos en presencia de un acto inexistente que, como tal, carece de virtualidad para producir efecto jurídico alguno”.

Pero el juez Carlos Aníbal Rodríguez, con quien finalmente concordó el tercer vocal, Carlos Alfredo Benítez, sostuvo que el abogado de la parte demandada “promovió Incidente de Nulidad "de todo lo actuado a partir del escrito glosado en autos a fojas 255.". Basta comprobar el expediente en cuestión para llegar a la conclusión de que a fojas 255 no existe escrito alguno firmado por el Doctor Roldán, ni tampoco doble foliatura que acarrea confusión; en realidad a fojas 255, lo que existe es una cédula de notificación”.

“Eso era causal suficiente para rechazar "in limine" el supuesto incidente de nulidad, sobre algo inexistente. Era el deber del profesional determinar claramente lo impugnado y el tribunal " a quo" debió haber advertido esa grave irregularidad; correspondía en consecuencia el rechazo en "in limine" de tal incidente.”

Pero uno de los argumentos que más agravio a los camaristas fue otro: “A ello debemos agregar una segunda y también grave irregularidad, porque de la lectura del escrito donde se plantea el incidente en cuestión, advierto que el mismo se sustenta en que la firma inserta en el escrito de fojas 525 y que se atribuye al actor, señor Carlos Roldán, ‘no sería de su puño y letra’ y que por tanto se habría configurado un ‘supuesto fraude procesal’”.

“Es decir, solamente se limita a formular hipotéticas consideraciones sin aseverar en forma concreta el vicio que intenta alegar.”

Es por esta razón que los magistrados dieron por probado que “así no se satisface la carga que pesa sobre la parte que pretende formular un incidente de tal naturaleza pues el artículo 178 del Código Procesal Civil y Comercial es claro y terminante cuando, al establecer los requisitos que debe reunir el escrito en que se plantea un incidente, dispone que el mismo deberá ser fundado clara y concretamente en los hechos y en el derecho”.

“Resulta indiscutible que la forma constituye uno de los elementos del acto procesal. Que dada la naturaleza instrumental de las leyes procesales es éste un elemento de importante gravitación. Es por eso que el legislador prescribe anticipadamente esas exigencias pues es a través del respeto de las formas preestablecidas q ue puede obtenerse la verdadera garantía del debido proceso.”
Dju

martes, 22 de noviembre de 2011

DE DEMONIOS Y OTRAS YERBAS

La necesaria higiene sobre los demonios

.(Por Jairo del Agua)

demonio


No deja de sorprenderme que todavía haya católicos y clérigos de distinto rango que insistan en hablar del demonio (el enemigo) y nos alerten sobre su peligrosa y oculta actividad.
Me incomoda enormemente la falta de actualización de esas personas y me duele que se sigan contando "cuentos" al Pueblo de Dios para amedrentarlo con una imaginación tenebrista, "la loca de la casa" según nuestra santa Teresa.
¡¡Por favor, señores sembradores de demonios, no me hagan daño a la Iglesia y, sobre todo, no me asusten a los niños!! ¿Les parecen pocos los peligros y daños de esta vida terrena para que tengan que importar cornudos e invisibles extraterrestres que nos acosen?


Es absurdo que esos "diablos" circulen ocultamente por nuestro mundo tentando a los humanos. Es ilógico, irracional y -una vez más insisto en este argumento- contrario al rostro de Dios revelado por Cristo.
No conozco, ni puedo imaginar, un padre que tenga una jauría de mastines por los pasillos de su casa, con la finalidad de morder, intimidar o confundir a sus propios hijos. ¿Tú puedes imaginar una situación así, aunque las mordeduras fuesen pequeñitas?
Perro rebioso

Si no puedes imaginar esa escena por irreal… ¿Cómo puedes creer que Dios Padre -infinita Bondad- nos ha soltado a todos los "demonios" en esta nuestra casa provisional para tentarnos e inducirnos al mal? ¡Qué absurdo y qué infamante!
Bajemos, si quieres, un peldaño más. Supongamos que para el Creador solo somos mascotas que le acompañan y divierten. ¿Quién de vosotros pone un nido de pulgas (además invisibles, indestructibles y malignas) en la caseta del perro para que le irriten y le provoquen actuaciones erráticas y contra su naturaleza? ¿Entonces?
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Más de uno ya estará pensando en replicarme que la Escritura menciona al demonio, a la fiera, al dragón, a la serpiente, etc., e incluso relata las "tentaciones del Señor". ¡Ay la Escritura! Lo que se escribió para iluminar nuestra razón y no para confundirla, lo hemos utilizado como cárcel de la luz. Hemos pretendido congelar toda evolución del pensamiento tras los barrotes cruzados de la "literalidad" y la "sacralización". La hemos leído como los niños un cuento de hadas. Nos hemos quedado con su contenido mágico, mítico e imaginario, y tal vez se nos ha escapado el subterráneo sentido pedagógico.
En la etapa mítica, por la que discurren la mayoría de los escritos sagrados, toda enfermedad, todo acontecimiento o pensamiento negativo, todo fenómeno incomprensible y luctuoso eran atribuidos al demonio (por eso se habla profusamente de endemoniados) o al castigo de Dios. Extremos ambos absurdos e incompatibles. ¡Qué horrible ceguera poner la mano de Dios en paralelo con el mal!
Diablillo

Pero el demonio no es más que la mítica (ficticia, irreal, literaria) personalización del mal, la figura antropomórfica o zoomórfica del mal. No es una persona real que nos sople al oído todas las atrocidades de que es capaz el ser humano. Sino "un personaje", una figuración simbólica del MAL, especialmente del que no encontramos explicación racional. De esto habla la Escritura y no de otra cosa.
Dios no tiene ni puede tener antagonistas, ni opositores, ni aspirantes a usurpar su trono. Esos son paralelismos humanos. Dios solo tiene "hijos equivocados" que yerran el camino de la felicidad que Él les ofrece y se causan daño (mal) a sí mismos y a otros. Ese es nuestro drama: la ceguera (limitación) y la posibilidad de perjudicarnos (libertad).
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Estas palabras de Santiago pueden darnos alguna luz: "Nadie diga en la tentación que es tentado por Dios. Porque Dios ni puede ser tentado al mal ni tienta a nadie" (San 1,13). No tienta a nadie ni directa, ni indirectamente enviando diabólicos tentadores. Santiago además lo explica: "Sino que cada uno es tentado por su propio deseo, que lo atrae y lo seduce. Después su propio deseo, una vez consentido, engendra el pecado; y el pecado, una vez cometido, produce la muerte" (San 1,14).
Son pues las actitudes internas, que elegimos y cultivamos, las que construyen o corrompen al hombre. No el imaginario rabudo. "Lo que sale de la boca procede del corazón y eso es lo que mancha al hombre. Porque del corazón provienen los malos pensamientos, homicidios, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios, blasfemias. Eso es lo que mancha al hombre…" (Mt 15,18).
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Limitacion

El verdadero "demonio" nace de nuestra LIBERTAD y de nuestra LIMITACIÓN. Somos nosotros los que engendramos el MAL con nuestra libertad abusada y nuestra escasa capacidad para percibir lo que nos hace daño. Todos los humanos buscamos la felicidad, eso es una evidencia. Sin embargo somos la criatura que más yerra, porque tenemos el privilegio de conducir libremente la vida. Ninguna especie viva de la creación (vegetal o animal) confunde su felicidad con su daño, su madurez con su perdición. Están guiadas por un instinto certero que las conduce sin error a su plenitud como individuos y como especie.
El ser humano es medio animal y medio ángel. Somos una especie híbrida (Dios sabrá por qué). Tenemos instintos animales pero no predeterminados, sino iluminados por el "libre albedrío". Es decir, asistidos por una inteligencia (que piensa y discierne), conducidos por una libertad (que elige) y una voluntad (que mueve). Es un privilegio, un enorme regalo, un hermoso velero a nuestra disposición para timonear hacia la felicidad.
Pero si nuestra libertad se empeña en conducirlo a los pantanos de la irracionalidad, quedaremos atrapados en la ciénaga. El ejemplo de los fumadores ilustra bien esta realidad. Buscan ser felices y fuman. Pero en realidad caminan hacia el sufrimiento. Lo mismo ocurre con quienes comen sin discernir o se suben al innecesario riesgo, etc.
Detrás de todas esas desviaciones de la felicidad no hay diablillos juguetones, ni demonios terribles, simplemente están los "malos funcionamientos" de la persona (desequilibrios o desórdenes) en sus cuatro niveles: ser, cuerpo, sensibilidad y centro cerebral (inteligencia, libertad y voluntad). Imagina, por ejemplo, un coche en el que sus distintas partes no estén perfectamente colocadas y atornilladas. ¡Imposible dirigirlo y llegar al destino! Lo mismo ocurre en la persona.

Bestiario Medieval

Y ya advierto que entre los "malos funcionamientos" está el "funcionamiento imaginativo" -uno de los más frecuentes y desequilibrantes-, que es precisamente el que promueven los sembradores de demonios. Empujar hacia la fabulación desde la religión supone un doble pecado: desequilibrar a las personas y corromper la religión.
Es totalmente absurdo pensar que para unirnos con Dios -fin de la religión y la creación- Él mismo ha soltado en nuestro camino "invisibles monstruos infernales" que nos lo impiden. Estoy convencido de todo lo contrario: el Padre-Madre que nos creó ha jalonado la creación de innumerables señales que nos conducen a Él. Y además nos ha dotado de un potentísimo radar individual para no perdernos.
Lo que ocurre es que, montados en el potente auto de la LIBERTAD, nos creemos dioses y nos saltamos el orden de nuestra propia naturaleza. Bien por nuestra LIMITACIÓN o por la LIMITACIÓN del "ambiente humano" en que hemos vivido o vivimos. Así surgen los "malos funcionamientos", nuestros desequilibrios (nuestros verdaderos y reales demonios), los que originan nuestras "malas obras" y con ellas nuestra infelicidad y la de otros. Es decir, los sumandos del MAL del mundo.
Hay quienes eligen conscientemente esos "malos funcionamientos" porque creen que así llegarán antes a la felicidad -siquiera sea puntual- y trucan el motor, desmontan las luces o hinchan las ruedas a reventar. Antes o después se darán la galleta, caerán en el sufrimiento. Esa es una de las causas de nuestras desgracias: la LIBERTAD mal usada.

Coche chocado

Hay quienes querrían acertar, conducir seguros hacia la felicidad, pero se equivocan inconscientemente
y caen en "malos funcionamientos" subconscientes. No se preocuparon por aprender el funcionamiento básico de la persona o no hicieron las revisiones necesarias. Ahí tenemos la otra causa de nuestras desgracias: la LIMITACIÓN. Es la "desnudez" de que habla el Génesis: "Entonces se abrieron sus ojos y se dieron cuenta de que estaban desnudos" (Gen 3,7).
Lo cuenta Pablo: "No hago el bien que quiero sino el mal que no quiero" (Rom 7,19). Limitación humana pura y dura, pequeñez de nuestra luz y fuerza. Por eso nos advierte: "Es necesario que seáis constantes en el cumplimiento de la voluntad de Dios, para que alcancéis lo que os está prometido" (Heb 10,36). Eso prometido no es otra cosa que la felicidad célica y la terrenal por añadidura.
¿Y cómo se evitan las averías de la LIBERTAD y la LIMITACIÓN?
Con DICERNIMIENTO, aprendiendo a distinguir lo que me lleva a la felicidad de lo que me lleva a la desgracia (aunque puntualmente me reporte satisfacción). Y con FORMACIÓN personal (espiritual y sicológica) para ensanchar nuestra capacidad de consciencia y desarrollarnos como personas.
Es imprescindible poner los MEDIOS para aprender a conducir nuestra vida, estudiar el "manual de instrucciones" del ser humano y enfilar el éxito evitando el fracaso, es decir, el dolor, el sufrimiento, la decepción, la ausencia de paz… Nuestra limitación humana no desaparecerá pero disminuirá. Los llamados "manuales de autoayuda" apuntan en esa dirección aunque son insuficientes.
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bestiario 0

En conclusión, que nadie nos meta miedo con supuestos demonios imaginarios. Bastantes demonios tenemos con los "malos funcionamientos" (desequilibrios en lenguaje sicológico) o con los "pecados capitales" (en lenguaje eclesial): soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza. Esas son las siete bestias que patean el mundo y lo corrompen. Ese es el MAL que nos acecha y puede asfixiarnos.
Esos son nuestros auténticos demonios -engendrados por nuestra estupidez- que emponzoñan el mundo y lo llenan de dolor. Ese es el MAL, que se expande desde la LIBERTAD y la LIMITACIÓN humanas, y que nos devorará si no lo combatimos permanentemente. De eso habla la Escritura y no de otra cosa.
No busques ni diablos ni tentaciones de seres extraterrestres. Busca tu "manual de funcionamiento" como persona, busca en tu interior, aprende a identificar la felicidad auténtica, no quieras coger las estrellas reflejadas en inmundas charcas. Eso sólo lo hacen los rematadamente bobos. Y no consientas en convertirte en un demonio para los demás, en causante de mal y dolor. De ésos sí hay muchos, por desgracia, en nuestro "ambiente humano".

lunes, 21 de noviembre de 2011

LA BIBLIA CUESTIONADA



Por Laura Serrano-Conde.

Después de 27 años y más de 5.000 páginas redactadas, el escritor J. J. Benítez pone punto y final a la saga "Caballo de Troya" con "Caná", un volumen en el que revela, entre otras cosas, que el milagro de Jesús de Nazaret cuando convirtió el agua en vino fue mucho más espectacular de lo que cuenta la Biblia. "La Biblia no relata, desde mi punto de vista, las cosas tal y como ocurrieron. El milagro de las Bodas de Caná fue mucho más espectacular de lo que dicen las sagradas escrituras. Él no quería convertir el agua en vino como se piensa, fue su madre, que se puso a llorar, la que hizo que Jesús sintiera ternura y cediera ante los deseos de María", ha explicado Benítez en una entrevista con Efe.

"Caná" es el final de una colección que comenzó en 1984 con "Jerusalén" y que ha sido leída a lo largo de estas tres décadas por más de 20 millones de personas. Viajes a más de quince países y 1.400 fuentes consultadas han servido para escribir todo un superventas que ha levantado múltiples ampollas entre los católicos, que se han referido a ella como "una obra satánica", y también entre otros sectores que le han acusado en distintas ocasiones de plagio.
"Son calumnias, nunca he plagiado ningún libro. Fueron cuatro impresentables que hicieron falsas acusaciones, y luego uno de ellos pidió perdón. Parece que en España cuando haces un libro bueno es porque no es tuyo", sostiene.

Para Benítez, el secreto de su éxito sigue siendo un misterio: "Puede que sea porque cuento la historia de Jesús de una forma ortodoxa y me fijo en él como ser humano. En la Biblia, los pasajes de su vida pública están contados muy superficialmente y la gente se cansa de escuchar en las iglesias siempre el mismo pasaje". Un Jesús de Nazaret más cercano, misericordioso y bromista es lo que plantea el periodista e investigador español en "Caballo de Troya"; un hombre sencillo "que nunca quiso tener una iglesia". Esa idea, dice, "es un invento posterior".

El libro que publica ahora arranca con "una historia desgarradora" sobre la matanza de un niño y, a partir de ahí, cuestiona las afirmaciones de los evangelios para demostrar que la elección de los doce apóstoles no fue como se piensa o que Jesús quemó todos sus escritos y sus pinturas. "No me da pena que se acabe, me siento aliviado. Son muchos años, muchas críticas, aunque también hay gente que me lo ha agradecido", confiesa, antes de añadir que la suya es "una historia mágica que llega al corazón".

Ahora, asegura, se dedicará a "vivir el presente" y no pensará en el futuro, porque "aunque intenta verlo, nunca llega". Lo que es seguro, es que continuará con sus investigaciones sobre los fenómenos OVNI que, dice, recopilará y publicará algún día. "El problema es que los medios de comunicación están preocupados con otras cosas, pero cuando venga otra etapa como la de los años cincuenta y sesenta, cuando había una presencia brutal de ovnis, entonces se darán cuenta", concluye.
Fuente: Agencia EFE.

lunes, 14 de noviembre de 2011

LA BIBLIA Y EL CALEFON.


¡EXACTA REAL DEMOSTRABLE Y CREIBLE; PARECE MENTIRA QUE JAMAS LO EXPLICARAN LOS MILES DE ESCRIBAS, LITERATOS E INTELECTUALOIDES QUE DICEN " ESTUDIAR EL TANGO"
 
La Biblia y el Calefón –
Se habla de ello y la mayoría no sabe de qué se trata:
He aquí la historia de un hecho de la vida cotidiana, que acontecía en la ciudad de Buenos Aires –no sé si en otros lugares pasaba o no–, y que explica el porqué de la aparentemente surrealista asociación de la Biblia junto al calefón que aparece en el tango "Cambalache", cuyas letra y música fueron compuestas por Enrique Santos Discépolo en 1935.

La historia tiene relación con los baños, la higiene personal y la forma de realizarla; y como no se me escapa que algunos lectores pueden ser jóvenes y pueden no haber conocido otro tipo de baños que los que se estila usar en la actualidad al menos en el mundo occidental y cristiano, voy a recordar primero un par de datos que considero necesario sean tenidos en cuenta.

Los baños que conocemos y que en algunos lugares son llamados 'completos', es decir, los que constan como mínimo de retrete inodoro, lavabo y ducha (algunos exquisitos, como el irresponsable que escribe, exigen que además tenga bidet –artefacto desconocido en muchos sitios–) son relativamente nuevos.

Hasta finales del siglo XIX se utilizaban bacinillas (también llamadas ‘tazas de noche’), cuyos contenidos eran arrojados por las ventanas al grito de "agua va"; y antes aún, letrinas, que solían estar en los fondos de las casas.

En Buenos Aires coexistieron bacinillas y letrinas hasta principios del siglo XX, época en que las familias ‘acomodadas’ comenzaron a instalar baños.

Luego el uso de baños se generalizó y se empezó a construirlos en todas las viviendas, aun en las más modestas. El sencillo 'miniambiente' constaba al menos de retrete y lavabo y si los lujuriosos dueños de casa gustaban de practicar la morisca costumbre de lavarse todo el cuerpo más o menos seguido, y si además tenían medios económicos suficientes como para costearse ese capricho, los baños también tenían una ducha. Claro, si había una ducha era necesario calentar el agua, así que al lado de la ducha se instalaba un calefón.

Sin embargo, el papel higiénico tardó en obtener su carta de ciudadanía

para poder trabajar en limpio en estas sucias tierras y aun cuando apareció era bastante caro y no estaba al alcance de todas las familias, las cuales se veían obligadas a utilizar para esos fines sanitarios el vulgar papel de diario o, en su defecto, cualquier otro.

Por supuesto, eran muy estimados los papeles más sedosos, así que los sufridos usuarios trataban de conseguir en las verdulerías y fruterías los papeles con los que venían envueltas las manzanas y otros productos de campo.

Otro muy apreciado era el llamado ‘papel biblia’, especialmente delgado y suave.

Ahora bien, ya por entonces existía la Sociedad Bíblica, una de cuyas misiones parece ser la de difundir la Biblia protestante, para lo cual regalaba ejemplares del sagrado libro –en la actualidad, lo sigue haciendo–.

Pues, muchos de los habitantes de Buenos Aires deben de haber parecido devotos creyentes, ya que aceptaban de continuo esas gentilezas, y que siendo mayoría la grey católica, lo mismo pasaban y retiraban la biblia protestante tantas veces como sabían que la Sociedad las tenía en obsequio en las calles, plazas o en su sede central .
LA BIBLIA Y EL CALEFÓN

Sin embargo, cuentan los hombres dignos de fe (aunque Alá sabe más) que quienes obtenían esas Biblias les perforaban una tapa y las colgaban de un gancho de alambre, al lado del calefón, cerca del retrete, e iban arrancando las suaves hojas para usarlas como papel higiénico.

En este hecho se habría inspirado Enrique Santos Discépolo para decir con elegancia propia de un grande:

Igual que en la vidriera
irrespetuosa
de los cambalaches
se ha mezclao la vida,

Y HERIDA POR UN SABLE SIN REMACHE
VES LLORAR LA BIBLIA
JUNTO AL CALEFÓN.



 

jueves, 10 de noviembre de 2011

CUANDO VEINTE AÑOS NO ES NADA

La Corte Suprema reconoció el derecho de una persona, que fue sobreseída en una causa penal que duró más de 20 años, a reclamar un resarcimiento por daños. El Alto Tribunal afirmó que los jueces de la causa habían incurrido en “una morosidad judicial manifiesta” y que la duración del juicio había violado las garantías del plazo razonable y del derecho de defensa del actor.
La Corte Suprema de Justicia rechazó un recurso del Estado Nacional, y confirmó la sentencia de Cámara que había reconocido el derecho de un hombre a ser indemnizado por daño moral, debido a que estuvo sujeto a un proceso penal durante más de veinte años para, finalmente, ser sobreseído.
En particular, el Alto Tribunal afirmó que “la garantía de no ser sometido a un desmedido proceso penal impone al Estado la obligación de impartir justicia en forma tempestiva” y que “existirá un obrar antijurídico, que comprometa la responsabilidad estatal, cuando se verifique que el plazo empleado por el órgano judicial para poner un final al pleito” es “excesivo o irrazonable”.
A su vez, la Corte destacó que “los magistrados que intervinieron en la causa penal incurrieron en una morosidad judicial manifiesta, grave y fuera de los términos corrientes que establecen las normas procesales” y que “la duración del proceso, por más de dos décadas, ha violado ostensiblemente las garantías del plazo razonable y del derecho de defensa” del actor.

“La demandada ha incurrido en un incumplimiento o ejecución irregular del servicio de administración de justicia a su cargo, cuyas consecuencias deben ser reparadas”, puntualizó el Máximo Tribunal del país.
La decisión fue adoptada por los Ministros Elena Highton de Nolasco, Carlos Fayt, Enrique Petracchi, Juan Carlos Maqueda, Eugenio Zaffaroni y Carmen Argibay. El Presidente del Máximo Tribunal, Ricardo Lorenzetti, coincidió con sus colegas, aunque se pronunció según su voto.
En el caso, un hombre fue imputado por la comisión del delito de ingresar mercadería a plaza sin el debido control aduanero. La denuncia fue interpuesta en enero de 1976. El proceso penal duró más de veinte años y el acusado acabó siendo sobreseído en 1999.
El hombre, tras el sobreseimiento, interpuso una demanda por daños contra el Estado Nacional, alegando que el plazo de duración del proceso penal había sido irrazonable y que esto lo había perjudicado. Reclamó casi diez millones de dólares en concepto de indemnización.
La Sala V de la Cámara Contencioso Administrativo Federal admitió en forma parcial la demanda del actor y condenó al Estado al pago de 50.000 pesos en concepto de daño moral. Los restantes rubros resarcitorios fueron desestimados. Esta sentencia fue apelada por ambas partes.
En primer lugar, la Corte Suprema indicó que la causa no debía ser encuadrada como un caso de “error judicial” sino como un supuesto de “responsabilidad extracontractual del Estado por su actividad ilícita” pues “lo que se imputa a la demandada es un funcionamiento anormal del servicio de justicia a su cargo”.
Luego, la Corte explicó que correspondía examinar si en el caso había existido “un retardo judicial de tal magnitud que pueda ser asimilado a un supuesto de denegación de justicia, pues de ser así, se configuraría la responsabilidad del Estado por falta de servicio del órgano judicial”.
Acto seguido, el Máximo Tribunal sostuvo que la denegación de justicia se da cuando “a las personas se les impide acudir al órgano judicial para la tutela de sus derechos” y cuando “la dilación indebida del trámite del proceso se debe, esencialmente, a la conducta negligente del órgano judicial en la conducción de la causa”.
“El actor permaneció en carácter de procesado durante más de veinte años hasta obtener un pronunciamiento definitivo sobre su situación” e, incluso, “la irrazonabilidad de los plazos que insumió la causa fue resaltada por los distintos jueces que intervinieron en ella”, precisó la Corte.
A su vez, respecto del resarcimiento por daño moral, el Alto Tribunal aseveró que “no caben dudas de que el sometimiento a un proceso de una prolongada e inusitada duración le ha ocasionado al actor, cuanto menos, un padecimiento de esa índole”.
Entre tanto, Ricardo Lorenzetti sostuvo que “el Estado de Derecho exige no sólo que los ciudadanos tengan garantizado el derecho a la jurisdicción y a la defensa en juicio, sino también que el acceso a tales garantías esté gobernado por el postulado de la celeridad”.
“Aunque los retrasos experimentados en el procedimiento hubiesen sido consecuencia de deficiencias estructurales u organizativas de los órganos judiciales o del abrumador trabajo que sobre ellos pesa” esto “de ningún modo altera la anterior conclusión del carácter injustificado del retraso”, puntualizó el Presidente de la Corte Suprema.
Por lo tanto, la Corte Suprema rechazó la impugnación interpuesta por la demandada y declaró desierto el recurso de la parte actora. Sólo modificó la decisión de la Cámara respecto de la imposición de costas en la Cámara, la cual se determinó según el orden causado.
"Rizikow, Mauricio c/Estado Nacional-Ministerio de Justicia s/daños y perjuicios".-

lunes, 7 de noviembre de 2011

LA DIETA DE HUMBERTO ECO


El escritor italiano y la versión light de El Nombre de la Rosa

"Odio El nombre de la rosa. Escribí seis novelas, ésta es la primera y, como es normal, la peor. Además ocurre con ella algo muy molesto: cada vez que saco una nueva, suben las ventas de aquella primera", confesaba hace unos meses Umberto Eco en el Salón del Libro de Turín, sobre esta obra publicada en 1980, cuyas páginas aúnan el misterio de los conventos medievales con el suspenso de las novelas góticas policiales.
Todo un éxito, la novela vendió más de treinta millones de ejemplares y, según se calcula, deleitó a más de cien millones de lectores. Una vez consagrada por el público y la crítica, y todavía en pleno idilio amoroso con su obra, Eco se volvió hacia ella una vez más cuando en 1985 publicó Apostillas a El nombre de la rosa, una especie de tratado de poética en el que comentaba cómo y por qué escribió la novela.
Pero el tiempo, incluso en las desazones del amor, corroe hasta los sentimientos más sublimes. Y pese a que, a juzgar por su reciente declaración, no lo une tanto el amor sino el espanto, "el autor advirtió la necesidad de volver a El nombre de la rosa para agilizar algunos trozos y refrescar el lenguaje", según anunció concisamente el sello Bompiani, el mismo que publicó la versión original de la obra cuya nueva edición desborda, desde octubre pasado, los anaqueles de las librerías italianas a un precio de 16 euros y de la cual se proyecta su traducción a 47 idiomas.
De semejante fenómeno editorial tomé conocimiento durante una estancia en Santiago de Chile, cuando un domingo de agosto descubrí una nota en el suplemento de Artes y Ciencias del diario El Mercurio cuyo titular, por provocativo, no podía ser pasado de largo: "¿Era necesario reescribir El nombre de la rosa ?" Firmada por Pedro Pablo Guerrero, la nota remitía a su vez a una columna del suplemento El Cultural del diario El Mundo, de Madrid, titulada, menos piadosamente, "¿Rebajas en la novela histórica?" En apenas un par de páginas se resumía el revuelo que provocó en los ambientes literarios la reescritura de Umberto Eco de la primera y -pese al severo juicio de su autor, que confiesa odiarla-, tal vez, la más genial de sus novelas. El nudo de la polémica giró en torno de la incógnita siguiente: ¿por qué el autor, dado su odio confeso hacia su novela consagratoria, volvió a ella una vez más? La editorial lo excusó aduciendo que la intención de esta remake era volverla "más accesible a los nuevos lectores". Las notas de ambos periódicos extractaban el parecer de los especialistas consultados sobre la reescritura de una obra considerada ya un clásico de la literatura. Las opiniones fueron tan variadas en su retórica como lapidarias en su contenido. En un epíteto en el que no se reservó eufemismo alguno, el ensayista y autor de novela histórica español Luis Racionero proclamó muy suelto de cuerpo: "El que se tiene que aligerar es él, que últimamente está hecho un gordinflón. Eco está confundiendo lo subjetivo y personal con lo literario. Yo lo veo cada vez más gordo y creo que cada vez escribe peor". El editor argentino Mario Muchnik, en defensa de un ademán corporativo no exento de sentido, reclamó: "Es una barrabasada que desmoraliza a cualquier editor: si los mismos autores vuelven a escribir sus obras, ¿cómo queda la editorial que la publicó?".
Aunque tampoco faltaron quienes abogaron a favor de la propiedad autoral: el escritor y crítico literario chileno Jorge Edwards no tuvo reparos en declarar que Eco "está en su perfecto derecho" de hacer lo que le plazca con su obra. Pero otros deslizaron la sospecha que sobrevolaba el anuncio de la editorial, insinuando que el autor italiano habría cedido a los intereses más espurios: al fin y al cabo, es más fácil reducir un texto y "aligerarlo" para vender muchos más millones de libros (con un incremento pecuniario proporcional) que crear una obra original para pocos o muchos, qué más da, pero original.
En verdad, no me preocupa tanto Eco ni sus bolsillos "gordinflones"-emulando la retórica un tanto coloquial de un Racionero no exento, tal vez, de cierto cosquilleo envidioso-, sino los motivos socioculturales que impulsaron la puesta a dieta de su magistral novela.
Más que la perspicaz movida de Eco, merecen ser pensadas las nuevas prácticas de lectura de un público que, condicionado por la información provista desde entornos virtuales, parece incapaz de leer un texto que supere unas pocas páginas o que exija, además de tiempo, cierto esfuerzo de reflexión. Es cierto, ni Tolstoi puede reescribir La guerra y la paz ni Robert Musil puede ya "adelgazar" sus dos tomos de El hombre sin atributos.
Y también es cierto que pocos leen a Tolstoi, y menos aun a Musil, por lo cual probablemente ni siquiera esos autores habrían sido tentados con la oferta de esa jugada. En una cultura que asiste al ocaso de los grandes relatos, donde los bienes son tales sólo si son objetos de consumo sometidos a las leyes del marketing, la seducción de esa suerte de autoplagio se sostiene en la posibilidad de acceder a un público masivo entrenado para nuevas modalidades de transmisión y recepción de la información, donde la novela sea capaz de competir con los hechos reales, relatados en forma real y consumidos en tiempo real en todas las pantallas de la aldea global. Una vez digitalizada en su versión light, la novela emulará la microficción adaptada a los microespacios de la vida cotidiana, cuyo nomadismo exige lecturas breves e intermitentes en tiempos intersticiales, esto es, en esas grietas efímeras producidas entre una actividad y otra. Pero además, otra expresión de la aceleración del ritmo de vida es la tendencia social a "comprimir" acciones y experiencias, es decir, a hacer y experimentar más en un período acotado de tiempo: si examinamos los hábitos de lectura, es sabido que a medida que se prolonga, el texto se disgrega, pierde su unicidad y se fragmenta. El lector suele perder, entonces, la inmediatez y el contacto con la unidad del texto, que sólo puede ser asimilado en trozos.
Si el semiólogo italiano se adaptó a esta nueva subjetividad, sólo nos cabe esperar que tras ser una estrella rutilante de la haute cuisine literaria, no haya cedido a la tentación de ofrecer una comida prelista, una chatarra para aquellos paladares menos exquisitos dominados por la aceleración de una subjetividad anoréxica cada vez más y más habituada a la recepción de mensajes instantáneos, la misma que consume de todo pero espasmódicamente y exige de todo, aunque ya digerido.
Pero aun así, la metáfora culinaria por sí sola no explica su travestismo. Al fin de cuentas, si es cierto que su autor odia El nombre de la rosa, también es cierto que los odios pueden ser gestionados con dispositivos tan ingeniosos como efectivos. Uno es el masoquismo: volvernos, una y otra vez, en una suerte de condena a la repetición, hacia lo que odiamos. Otro es ceder, por qué no, a aquello que si bien nos atormenta, nos engorda los bolsillos.
© LA NACION

sábado, 5 de noviembre de 2011

N O Q U I S E ...


No quise retenerte.

No pude mantener en equilibrio
esa duda constante y permanente
que fue capaz de ahogar tus desvaríos.

Ya el tiempo de los dos había expirado
¿ quién culpa a quién de errores cometidos ?

No es preciso volver arrepentidos,
lo que quedó es más que suficiente
para aceptar desvíos compartidos.

No pude contenerme.

Sentí a mi corazón desguarnecido,
hice mal por callar cobardemente
por tolerar tal vez tanto delirio,
la rutina después hizo lo suyo
con su lento y amargo mecanismo.

Nunca vale mentir, es preferible
volver atrás que un llanto arrepentido.

Nunca quise fingir, es imposible
decir que fue aquello ha no ha sido.

No pude comprenderte

No me importó el amor y fui prudente
dejando atrás versiones repetidas,
la mismas que negamos insistentes
sin saber qué camino convenía.

Tal vez la soledad hable más claro
y logres discernir lo que confundes,
o acaso busques lo que suponías
aunque no encuentres el lugar exacto,
para poder llorar en compañía.

Así lo entenderás cuando consigas
recuperar la vieja Fe perdida
y el tiempo ayudará si de repente
hay que curar alguna nueva herida.

Miguel A. Brevetta Rodriguez

viernes, 4 de noviembre de 2011

DERECHO DEL CONSUMIDOR UN CASO EMBLEMATICO

Dar de baja un servicio, un trámite sencillo que, a pesar de la regulación normativa, puede convertirse en una odisea
Por Flavio Ismael Lowenrosen
La reflexión que vamos a articular en esta brevísima Editorial , nació de los comentarios vertidos en una lejana reunión en la que –grandes personajes[1]- se quejaban –sin dar mayores soluciones, pero alguno dándose un aire endiosado[2]- de la situación nacida como consecuencia que las empresas proveedoras se rehúsan a darle de baja a los servicios cuando los usuarios lo solicitan.-
  En esa reunión algunos pudieron hacer catarsis sin que se encuentren soluciones al respecto[3]. Pero el tema es importante, no sólo para catarsis, ni para retratar a los "objetadores" las opiniones de los otros[4], sino para una efectiva protección de los derechos de los administrados que adquieren el rol de usuarios cuando usan servicios públicos, parapúblicos[5] y privados.-
  En primer término decimos que los usuarios de servicios tienen derecho a dar de baja al mismo cuando así lo decidan. Negar eso sería impedirles el ejercicio de su voluntad, negarles que puedan decidir si quieren –o no- seguir recibiendo una prestación.-
  En los casos en que los usuarios no pueden dar de baja al servicio, éstos tienen una lesión básica en sus derechos, ya que no pueden disponer de lo que quieren seguir recibiendo, pero tampoco de su patrimonio, ya que se les estaría cobrando por un servicio que no quieren recibir.-
  Por lo dicho, se los afecta a los usuarios en sus derechos constitucionales establecidos por el artículo 42 de la Constitución nacional, pero también se afecta la relación contractual, ya que una parte –la que con acciones directas o indirectas – impide la baja del servicio, no cumple con el deber de actuar de buena fe que impone el Código Civil[6].-
 En muchas ocasiones las empresas obligan a las personas a hacer un engorroso trámite para darse de baja del servicio. En otros casos: a) les cobran una suma de dinero, b) las obligan a enviar cartas a distintos lugares (que a los fines que quede constancia del pedido de baja deben remitir carta documento) con el costo o complejidad que ello genera, c) las obligan a ir a oficinas lejanas y/o a perder tiempo en largas esperas para ser atendidos y/o en viajes.-
  Todo lo señalado afrenta el derecho a la igualdad, a la buena fe, a la reciprocidad, y lo único que genera es que los usuarios o no se den de baja al servicio, o sean afectados en su dignidad[7], pues pierden mucho tiempo en hacerlo, o sean afectados en su patrimonio pues deben pagar para darse de baja[8].-
  Es en este contexto que se enerva la aplicación del artículo 10 ter de la Ley 24240[9], que faculta a los usuarios a darse de baja del servicio por el mismo medio que se lo contrató, pero también se debería considerar –por vía análoga- en esta época "tecnologizada" que la baja pueda ser efectuada por medios digitales o telefónicos indistintamente, aun cuando se lo contrató al servicio por otro medio.-
  De ese modo se resguardaría la voluntad del sujeto, se respetaría su tiempo[10], se le permitiría decidir sin ser inducido u casi obligado a permanecer con un servicio que no desea, y se protegerían sus intereses económicos.-
 
[1] No sólo por su volumen.
[2] Creyéndose Neptuno o Júpiter, aunque daba más la sensación de ser Baco.
[3] Mientras algunos querían darse "dique" corrigiendo a los demás,  sintiéndose importantes –olvidándose que son simples humanos, que hacen todo lo que hacen los humanos, como ser orinar, sudar, dormir, y fenecer- por tener la ultima palabra, cuando en realidad –mas allá de ese ámbito de reunión donde estaban- la última palabra siempre la tienen ellos, y es la siguiente: "si querida". Frase –esta última- que esos grandes personajes le dicen a las "pibas" que le comen la billetera, pues como dice el "celebre filosofo" Jacobito: "billetera mata galán"
[4] Que decían con gesto ampuloso y "canchero" –sin cantar como don Julio ese "gotan", por que estos son cancheros de balcón-, "eso está en el Reglamento", olvidándose que el reglamento a la Ley 24.240 (modificada por la Ley 16361) no fue aun dictado, y obviando que en el periodo en que no existe una norma se sucede un "mientras tanto" que puede afectar el derecho de las personas.
[5] Consideramos servicios parapúblicos a aquellos que aún no han sido declarados como públicos, pero que por su alcance, masividad, regulación y necesidad, se pueden asimilar a un servicio público. Por ejemplo, el servicio de telefonía móvil.
[6] Artículo 1198.
[7] Por ser objeto de trato indigno. Al respecto cabe remitirse al artículo 8bis de la Ley 24.240, que encuentra su sostén en el artículo 42 de la Constitución Nacional.
[8] Afectándose así su derecho a la propiedad (artículo 17CN) y  a la protección de sus intereses económicos (artículo 42CN).
[9] ARTICULO 10 ter: Modos de Rescisión. Cuando la contratación de un servicio, incluidos los servicios públicos domiciliarios, haya sido realizada en forma telefónica, electrónica o similar, podrá ser rescindida a elección del consumidor o usuario mediante el mismo medio utilizado en la contratación. La empresa receptora del pedido de rescisión del servicio deberá enviar sin cargo al domicilio del consumidor o usuario una constancia fehaciente dentro de las SETENTA Y DOS (72) horas posteriores a la recepción del pedido de rescisión. Esta disposición debe ser publicada en la factura o documento equivalente que la empresa enviare regularmente al domicilio del consumidor o usuario. (Artículo incorporado por art. 8° de la Ley N° 26.361 B.O. 7/4/2008)
[10] En este sentido, sobre el valor del propio tiempo y el perjuicio que soportan los usuarios (cualquiera sea el servicio que hayan adquirido o bien comprado) cuando el proveedor les hace perder tiempo, la justicia ha señalado –entre muchos otros pronunciamientos- que: "No solamente está en juego el cumplimiento defectuoso del contrato de transporte por ese retraso de un día en arribar a la ciudad de destino -hecho que genera responsabilidad, pues significa nada menos que la privación del derecho elemental del ser humano de decidir cómo y dónde ocupar el tiempo de su vida (cfr.esta Sala, causa nº 3235/02 del 5/2/04; Sala 2, causa nº 5667/93 del 10/4/97, considerando VI)-, sino también por la ansiedad y perturbación provocadas por la conducta de la demandada.". Esto fue señalado en autos "Saslavchik Francisco Daniel c/American Airlines Inc s/ daños y perjuicios", por la Sala I de la  Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y Comercial Federal, en su fallo del 11/09/2007, Citar: (elDial.com - AA4392), Publicado el 07/12/2007. Asimismo, la justicia entendió que lesiona el derecho del usuario, por que le manipula su vida y hasta lo mortifica, la pérdida de tiempo en tramitaciones burocráticas, cuando estas deban llevarse a cabo por incumplimiento del proveedor. Se sostuvo, al respecto, que la "pérdida de tiempo que es, en esencia, pérdida de la libertad de dedicar ese tramo de vida a menesteres distintos a los que obligan las mortificantes tramitaciones burocráticas (conf. Sala II, causas nº 8.460/95 del 12.09.96; nº 20.478/96 del 4.05.99; Sala III, causa nº 5.156 del 26.02.88).". Esta opinión fue vertebrada el 19/04/2005 en la  causa Nro. 10176/00, autos "Giangreco Marcelo c/ Mexicana de Aviación SA s/ daños y perjuicios", por la Sala III de la Cámara Nacional e Apelaciones en lo Civil y Comercial Federal, Citar: (elDial.com - AA2A08) Publicado el 24/05/2005.

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