lunes, 27 de marzo de 2023

LA HISTORIA DE PERON , su niña “amante” de 14 años y el loro que cantaba la marchita

 por Demian Orosz

En “La niña de sus ojos”, su nueva novela, Vicente Muleiro explora desde la ficción la relación que protagonizaron Juan Domingo Perón y Nelly Rivas, una chica de 14 años.

El relato estaba escondido en el cajón donde se guardan las historias incómodas. La niña de sus ojos, la nueva novela del escritor y periodista Vicente Muleiro, se mete en las bambalinas de un episodio sentimental que escandalizó a propios y ajenos en la década de 1950. Los protagonistas fueron Juan Domingo Perón y Nelly Haydee Rivas, una estudiante de secundario que se convirtió en su amante.

El romance entre el General y Nelita arrancó en 1953, tras la muerte de Evita. Las jóvenes de la Unión de Estudiantes Secundarios visitaban con frecuencia la Quinta de Olivos. Allí se produjeron los primeros intercambios de miradas y los pasos de seducción apenas disimulados que culminaron en noches tiernas y ardientes en las habitaciones del Palacio Unzué, la afrancesada residencia presidencial que se ubicaba donde hoy se erige la Biblioteca Nacional, en el barrio porteño de Recoleta.

 

Perón tenía 58 años, Nelly había cumplido 14. La historia de amor en la que se habían enredado era el caldo de cultivo de todo tipo de chismes morbosos sobre la relación entre el “tirano” y la niña que encarnaba el cuerpo violado de la Nación.

Tras el sangriento golpe de 1955, a manos de la autodenominada “Revolución Libertadora”, el largo exilio que iniciaba Perón dejó a Nelly desamparada y la arrojó en un calvario. La dictadura la persiguió y acosó también a su familia, en el intento de librar una orden de detención internacional por estupro contra el presidente depuesto.

En La niña de sus ojos se recoge, además, una leyenda urbana, que le otorga a la novela tintes melodramáticos y un punto de comedia. En paralelo a la historia del romance prohibido y su infeliz desenlace, Muleiro sigue los pasos de un loro hablador que había aprendido a cantar la marcha peronista. Entre otras gracias, decía “Cuervo a la vista” cuando veía a un cura, además de poseer todo un repertorio de puteadas de tono político.


Empezar una conversación

Según cuenta la leyenda, sobre la cual la novela elabora su propia versión, tras el derrocamiento de Perón el loro (que en la ficción se llama Tehuelche) fue sacada del Palacio Unzué por el cocinero de la mansión y resguardado en una casa de la ciudad de Lanús, de donde un día se fugó. Pasó un tiempo saltando de árbol en árbol mientras cantaba Los muchachos peronistas, hasta que fue atrapado y fusilado por un pelotón policial.

En una nota final, Muleiro revela que una de las fuentes principales de la novela fue el libro Amor y violencia, de Juan Ovidio Zabala, un abogado radical que defendió a Nelly Rivas en la causa judicial armada por la dictadura tras el golpe. Cuenta también que los sucesos históricos relatados, los personajes reales y algunos inventados se procesaron en una obra de creación, con el “convencimiento de que las ficciones suelen entregar certezas que finalmente resultan más necesarias”.

 Nelly logró tener un último, fugaz y tenso encuentro con Perón en 1973, cuando acudió a verlo, acompañada por su marido. Murió en 2012, viuda y en la pobreza, sepultada en el olvido.

–¿Ya conocías la historia de Perón y Nelly? ¿Hubo algo por lo cual se activó la idea de escribirla?

–La activó algo que pasó en una reunión de amigos. Un periodista que hoy tiene 102 años, Pepe Quintana, quien trabajó en el diario Crítica, me contó la historia del loro que le habían regalado a Perón después de que se muere Eva. Perón le había enseñado a cantar la marcha peronista y otro tics graciosos. Cuando vino el golpe, al loro se lo llevaron a Lanús y tuvo una historia muy particular, porque se escapó y andaba cantando la marcha por el barrio. Me pareció que eso era un hecho que sumaba a la gramática de la resistencia y que, además, tenía un paso de comedia. Entonces me puse a escribir sobre eso, pero haciendo un paneo sobre la época me encontré con la estadía de Nelly Rivas en el Palacio Unzué. Y bueno, me atrapó también esa historia. Sobre todo teniendo en cuenta la masacre que hace con esa chica la Libertadora una vez que dan el golpe. O sea que a la novela la disparó el loro, y después se cruzó con la historia de Nelly.

 –Existieron aparentemente estos loros que cantaban la marcha peronista…

–Me vengo a enterar, una vez que sale la novela, que había como una leyenda urbana sobre estos animales, pero también me contaron sobre casos específicos de algunos loros que efectivamente cantaban la marcha. Algo de eso hubo. El decreto 4.161, de marzo de 1956, del gobierno de Aramburu, prohibía cantar la marcha peronista, prohibía nombrar a Perón y a Eva, y cualquier simbología del período de Perón en el gobierno. Entonces, estas cosas clandestinas pasaron a ser representadas por estos animales. Después es difícil deslindar cuánta potencia de realidad y cuánta leyenda hay, pero eso es precisamente lo atractivo. Esa vacilación, de si fue o no, es el alimento de la ficción.

 –¿Te propusiste hacer más que nada un ejercicio de imaginación que explorara un plano de la intimidad de estos dos personajes, metiéndote en la cabeza y en las emociones de Perón y de Nelly?

–Yo hago un estudio de ese período histórico antes de escribir, respeto los datos macro, las fechas, pero después de estudiarlo lo olvido, para que la imaginación haga su trabajo y encuentre otros sentidos que por ahí no son los que te da la historiografía. Entonces sí, claro, por sobre los datos duros, cuasi periodísticos, dejé librado el relato a la imaginación. Obviamente que la vida emocional nunca se registra con fidelidad, ni siquiera en una autobiografía. Cuando uno cuenta eso, ya está haciendo un registro que tiene que ver con lo literario.

 –En la nota final mencionas algunas fuentes, pero decís que decidiste no hacer una investigación de campo. ¿En algún sentido querías despegar a “La niña de sus ojos” de la novela histórica?

–Yo no creo que exista la novela histórica. Cuando uno hace un reflejo de un período histórico, ya está contando otra cosa, lo está haciendo pasar por el tamiz de la sensibilidad. No hay esa cosa llamada “objetividad”, ni siquiera en el periodismo, mucho menos en la ficción. Qué fidelidad se puede rastrear en El general en su laberinto, de García Márquez, sobre Bolívar. O en Yo el supremo, de Roa Bastos, sobre el dictador paraguayo José Gaspar Rodríguez de Francia o en El señor Presidente de Miguel Ángel Asturias. Hay un respeto al marco histórico, y después está el escritor buscándole sentidos nuevos, algunos de los cuales son deliberados y otros se le escapan.


ROMANCE PROHIBIDO

–El romance de Perón y Nelly fue un episodio que provocaba rumores escandalosos: una chica de 14 años con un señor mucho más grande que, además, era el presidente de la Nación. ¿La dictadura usó ese episodio para torpedear la figura del líder?

–La Libertadora buscaba librar una orden de detención internacional para capturar a Perón y tenía problemas muy serios para encontrar pruebas por el lado del delito económico, la corrupción, digamos. Y se tomaron de la relación con Nelly porque en términos legales era un caso de estupro, que configuraba realmente un delito. Pero a diferencia de lo que sucede hoy, el delito de estupro en 1956 era un delito de acción privada, no de acción pública. O sea que si no había una víctima que se declarara como tal, no se podía proceder. La gran presión de la Libertadora, y de ahí el vía crucis que vive Nelly, era para que ella se declarara violada. Algo que no hace nunca, jamás dice algo así, pese a que por mantener esa actitud prácticamente se le va la vida.

 –En el contexto de luchas feministas, y dada la enorme sensibilidad existente acerca de las posiciones de poder y su aprovechamiento, ¿podes representarte qué impacto tendría hoy una relación como esta si trascendiera?

–Sería fundamentalmente distinto porque hoy el estupro es un delito de acción pública. Y también teniendo en cuenta toda la visibilizarían que hay sobre estos casos. Mientras escribía la novela, cuando elegí el tema y cuando lo desarrollé como lo desarrollé, fui totalmente consciente de esto. Lo que pasa es que hay más de una arista, por ejemplo, la que pueda provenir correctamente de una visión de género. Pero también está la posibilidad de que haya habido una elección. Yo no lo niego ni lo afirmo, por eso en la novela ese aspecto queda en danza. Por otro lado, el tiempo juega impugnando ese tipo de situaciones. Hoy, las fronteras entre lo que es normal o anormal es muy lábil. Yo me propuse no juzgar a los personajes. Es obvio que en la figura de Perón hay una característica que hace que la relación con Nelly no fuera casual. A los 50 años, él ya estaba conviviendo con una chica mendocina de 17. A Eva le llevaba 24 años. A Isabel le llevaba 36. O sea que hay una tendencia a relacionarse con mujeres mucho más jóvenes. Cuando se casa, Perón tenía 36 años; y su novia, 20. Es una característica que han estudiado todos sus biógrafos, sobre la cual hoy es muy difícil hacer algo así como un juicio moral. Por supuesto que si alguien quiere, puede hacerlo. Pero a mi entender, no es tan fácil decir unívocamente que eso debe ser juzgado de esa manera.

 –Nelly la pasó muy mal. Ahora bien, no es precisamente una mártir del peronismo. ¿Qué lugar crees que ocupa en la memoria peronista? ¿Es una figura que resulta incómoda?

–Creo que ha resultado incómoda incluso para el peronismo, debido a que es un personaje a quien la Libertadora pone en la vía judicial para incriminar a Perón. No es rescatada por el propio peronismo porque no es una figura que se politiza. En la novela lo cuento y lo acentúo: si algo tuvo claro Nelly era que no iba a reemplazar a Eva Perón. Ella iba a estar junto a la persona que amaba en otras cuerdas, en otras pulsaciones, y sin el voltaje de la pasión política que tenía Eva. Entonces no se constituye en una heroína perseguida del peronismo, aunque en verdad lo es. Es una víctima, que corre la suerte y termina atada al destino de alguien ligado a un movimiento popular, y encima es mujer. No hay altares en los que se la considere una mártir. A mí me interesó rescatar el valor y la coherencia de esa chica que defiende su lugar sin querer entrar en la historia política, de la cual de todas maneras formaba parte.

 –La historia de Nelly es también la historia de un abandono, al menos si uno piensa en cómo se corta la historia de amor…

–Eso también me pareció muy interesante novelísticamente. Cuando Perón queda resguardado en la cañonera paraguaya, antes de poder exiliarse, le envía cartas muy fuertes, en las que se ve un apego y una relación genuina. Pero después de irse de Paraguay, él pierde el contacto con ella. Acá tampoco es muy fácil impugnar o juzgar lo que le sucede a una persona en esa situación y con esos sentimientos. Pero, en efecto, hay un momento en que Perón desconecta. Y era un momento en que ella era perseguida por la dictadura, que la buscaba como una víctima propiciatoria. Ella sufre una serie de calamidades.

 –El peronismo ha sido un gran productor de literatura. Se podrían mencionar algunos libros muy famosos como “La novela de Perón” o “Santa Evita”, cuentos de Borges, de David Viñas, de Rodolfo Walsh. ¿Te atrae particularmente ese mundo?

–Sin duda que toda la carnadura que tiene un movimiento social con liderazgos tan fuertes como el de Perón y Evita es pasto de la literatura. Y hay otro componente que a mí me interesa mucho y le prestó atención en esta novela, que es la circulación de leyendas y habladurías. La creación de fake news, digamos, ya que la demencia periodística no es ninguna novedad. Todo eso que bascula entre la realidad, la habladuría, el mito popular, sin duda es atractivo para la literatura. Y eso, además, está muy presente especialmente en toda la literatura latinoamericana. Toda la saga de los dictadores, toda la novela del realismo mágico e inclusive las nuevas generaciones de narradores latinoamericanos como Juan Gabriel Vázquez o Jorge Volpi posan su mirada en eso, porque tiene una tremenda carnadura dramática y de fantasía popular.

 –¿Pensaste en algún sentido a la novela como una intervención en el presente?

–Hay cosas que uno hace deliberadamente y hay otras cosas que aparecen en el clima que uno está respirando. Yo no sé si son adrede algunos puentes que se trazan, pero los hay. Uno de esos puentes es el armado del juicio, la acusación a los padres de Nelly de cómplices de estupro, el apresamiento de Nelly en un correccional de prostitutas donde casi se muere. Todo eso fue un armado tremendo. Armaron incluso un tribunal ad hoc para juzgarla. Eso puede tener correspondencia con armados actuales. Otro puente inevitable es una cierta tendencia tanática, que consiste en matar al Eros popular y poner a la muerte en danza. Es algo que aparece en contextos en los que son arrinconados determinados proyectos políticos.

 

sábado, 25 de marzo de 2023

LOS GENIOS SEGUN JAIME BAYLY

 


Hace muchos años, allá por 1982, un joven alto, delgado, de barba negra y mirada penetrante de intelectual, se presentó en un periódico conservador en el centro de Lima, “La Prensa”, y pidió trabajo. Dijo que se llamaba Álvaro Vargas Llosa, era el hijo mayor del famoso escritor y había abandonado sus estudios en la universidad de Princeton, en Nueva Jersey, porque quería ser periodista y escritor, como su padre. También dijo que era de izquierda y simpatizaba con la revolución sandinista y la revolución cubana. El director del periódico lo fichó de inmediato.
Contrariado porque su hijo mayor había suspendido sus estudios en Princeton, una de las mejores universidades del mundo, Mario Vargas Llosa le exigió que se retirase de la casa familiar en Barranco, Lima, y volviese de inmediato a Nueva Jersey para reanudar su vida académica. Álvaro se negó a seguir estudiando. Después de vivir unas semanas en casa del pintor Fernando de Szyszlo, se mudó al apartamento en el centro de Lima de un fotógrafo del periódico, Jorge Seoane, Coco Seoane. Siendo Coco homosexual y Álvaro heterosexual, encontraron la manera de cohabitar sin intercambiar besos ni caricias.
Álvaro era extraordinariamente inteligente, aún más que su padre, y hacía gala de una prosa lúcida y aguerrida cuando escribía editoriales en el periódico. Yo era columnista de ese diario. No tardamos en hacernos amigos. Curiosamente, ambos decíamos estar enamorados de la actriz Brooke Shields: Álvaro la había conocido en el campus de Princeton, yo solo la había visto en sus películas.
Por esos días Álvaro me contó que su padre estaba en Lima y lo había citado a conversar en un parque de Miraflores. No sabía si debía reunirse con él. Mario era estricto: si su hijo quería disfrutar de su protección económica, debía retomar sus estudios en Princeton y abandonar la bohemia periodística en Lima. Por su parte, Álvaro era porfiado: quería ser un periodista, y decía que eso no se aprendía en Princeton ni en ninguna universidad, sino en la vibrante redacción de un periódico como “La Prensa”. Como Mario, en su juventud, había sido reportero de un periódico y luego jefe de noticias de una radio, temía que el ejercicio del periodismo hundiera en la mediocridad intelectual y la ruina económica a su hijo mayor, que, de sus tres hijos, era ciertamente quien más se le parecía, por su curiosidad intelectual, su pasión por la política y su familiaridad con las ideas, las palabras y las historias.
Álvaro salió una tarde del periódico, tras decirme que se reuniría con su padre donde este lo había citado: no en la casa familiar de Barranco, ni en la del pintor de Szyszlo en San Isidro, sino en un parque de Miraflores. Le aconsejé que hablase con su padre, tal vez porque yo no hablaba con mi padre, a quien no quería ver más. Unas horas después, Álvaro regresó al periódico ofuscado, tembloroso y con el ojo morado. Me dijo que su padre y él habían discutido acaloradamente en el parque, que él se había negado a volver a Princeton y que Mario, en un momento de amargura y frustración, le había dado un puñetazo.
Recordé entonces que seis años atrás, en 1976, en un teatro de la capital mexicana, Vargas Llosa le había dado una trompada a Gabriel García Márquez, dejándolo nocaut, inconsciente, con el ojo morado, después de decirle:
-Esto es por lo que le hiciste a Patricia.
Yo había leído los libros de Vargas Llosa. Sus mejores novelas me parecían “Conversación en La Catedral” y “La guerra del fin del mundo”. Sabía que había tenido un padre, Ernesto Vargas, que lo insultaba y le pegaba, como hizo mi padre conmigo. Sabía que había aprendido a pelear a golpes en el colegio militar: mi padre amenazó con meterme en ese colegio, pero no lo hizo. Sabía por qué le había pegado a su hijo Álvaro, por no volver a la universidad de Princeton, pero no por qué le había dado una trompada a García Márquez. Por supuesto, se lo pregunté a Álvaro, quien me dijo, sin entrar en detalles, replegándose, ensimismándose, que Gabo le había hecho una cosa muy fea a Mario y por eso Mario lo había derribado de un puñetazo en un evento público en el DF.
También se lo pregunté, en aquellos años, a un periodista peruano de origen vasco, Francisco Igartua, Paco Igartua, director de la revista “Oiga”, donde yo colaboraba como columnista, tras la quiebra del diario “La Prensa”. De bigotes y con ponchos de colores que le daban un aire sacerdotal, Igartua era un periodista culto, valeroso, insobornable. Había estado con Vargas Llosa, en el teatro de la capital mexicana, en febrero de 1976, cuando este le dio el puñetazo a García Márquez. Luego del incidente, cenó esa misma noche con Mario y Patricia Llosa, la esposa del escritor. Paco Igartua creía saber qué había pasado entre los dos talentosos escritores para que uno hubiese acusado al otro de traidor, dándole a continuación un derechazo fulminante. Paco Igartua me contó su versión, que en cierto modo reivindicaba el honor de Vargas Llosa y dejaba mal parado a García Márquez.
Yo tenía entonces solo dos versiones, y ambas se parecían bastante: la de Paco Igartua y la de Álvaro. Conocía ya a Vargas Llosa, pero no me atrevía a preguntarle por qué se había peleado con Gabo. Se lo mencioné tímidamente una vez, a mediados de los ochenta, en su auto BMW dorado, manejando por las playas de Paracas, al sur de Lima, pero sonrió con gran elegancia y me dijo que no hablaría nunca de ese tema, que eso debían averiguarlo sus biógrafos, y enseguida me contó que García Márquez había enfermado de cáncer. Unos años después, entrevisté a Patricia Llosa en la televisión, pero no encontré valor para preguntarle por qué su esposo le había pegado a García Márquez y por qué eran enemigos irreconciliables desde entonces. No quise incomodar a Patricia, una señora elegante y reservada, que ya bastante se arriesgó dándome una entrevista en la televisión.
A García Márquez lo conocí unos años más tarde, en Washington DC, cuando Clinton era presidente. Clinton había leído varias novelas de Gabo y era capaz de citar párrafos de memoria. Con frecuencia invitaba a cenar a Gabo y a Carlos Fuentes, que hacía de traductor, porque Gabo no hablaba en inglés, aunque había tratado de aprenderlo en Londres. Me lo presentó un amigo, César Gaviria, expresidente colombiano, un político raro, sensible al arte, a la cultura, a las novelas. Cuando le pregunté a Gabo, en un aparte, por qué se había peleado con Vargas Llosa, sonrió con aires de mago magnánimo y me dijo:
-Yo no me peleé con él. Él se peleó conmigo.
Luego le pregunté cuál había sido el origen de la pelea. Astuto, evasivo, encantador, me dijo que había comprado mi novela “No se lo digas a nadie” en una librería en París y le había gustado mucho. Nos reímos. Después me sugirió que hablase con sus amigos, porque él no me diría nada. Le tomé la palabra. Invité a mi programa de entrevistas en Miami, todos los gastos pagados, incluyendo hotel cinco estrellas y limusina, a algunos de sus mejores amigos, tres escritores de gran talento: el colombiano afincado en el DF, Álvaro Mutis; el profesor argentino en Nueva Jersey, Tomás Eloy Martínez; y el colombiano itinerante, varias veces embajador de su país, Plinio Apuleyo Mendoza. A los tres los leí, los entrevisté en la televisión y después, en el hotel, tomando unos tragos, les pregunté, off the record, por qué Vargas Llosa le había pegado a García Márquez en 1976, dando por terminada una amistad que había sido legendaria, una amistad que duró nueve años, una amistad que los tuvo casi como vecinos en Barcelona, pues vivían a una cuadra de distancia, y que hizo de Gabo el padrino de Gonzalo Vargas Llosa, el segundo hijo de Mario y Patricia. Escuchando las versiones de Mutis, de Tomás Eloy y de Plinio, que no siempre coincidían, pero que dejaban bien parado a García Márquez, empecé a armar el rompecabezas.
También me ayudó conversar con el gran escritor chileno Jorge Edwards, quien, como Plinio Apuleyo Mendoza, había obrado el milagro de seguir siendo amigo de Mario y de Gabo al mismo tiempo, sin que ninguno desconfiara de él ni lo acusara de desleal: a Edwards lo invité a mi programa de televisión en Miami y después escuché su versión caballerosa y diplomática sobre el pleito entre los genios literarios, una cuidadosa narración que me obsequió tanto en el vestíbulo de un hotel en Miami, como en el restaurante de un hotel en Santiago de Chile, donde cenamos tiempo después.
Fue entonces, hace veinticinco años, cuando comprendí que estaba fatalmente condenado a escribir una novela sobre los tiempos gloriosos en que Vargas Llosa y García Márquez fueron amigos, vecinos y compadres, mucho antes de que ambos ganaran el premio Nobel, y sobre las circunstancias íntimas que envenenaron aquella relación que parecía inquebrantable y dieron origen al puñetazo que Mario le dio a Gabo, dejándolo nocaut y sepultando para siempre la amistad, pues nunca más se vieron ni se hablaron, a pesar de los esfuerzos de su agente literaria Carmen Balcells para reconciliarlos.
La novela se titula “Los genios” y saldrá en los próximos días en España y América, editada por Galaxia Gutenberg. En ella he armado por fin el rompecabezas, he postulado mi visión literaria de los años en que los genios fueron amigos, he descrito los hechos más o menos íntimos que Vargas Llosa entendió como una traición y he tratado de explicar por qué se jodió lo que nunca debió joderse: la amistad entre los genios.

lunes, 20 de marzo de 2023

DE AQUI, DE ALLA Y DE MI ABUELA TAMBIEN

 



Dijo John Lennon que vivimos en un mundo en el que nos escondemos para hacer el amor, mientras la violencia se practica a plena luz del día.

POR ESA VERDAD HOY PODEMOS AFIRMAR QUE:

-Vivimos en un mundo donde vibra más fuerte un teléfono que un corazón.

-Vivimos en un mundo en el que la comida está repleta de químicos, mientras un jabón contiene cereales, miel y vitaminas.

-Vivimos en un mundo donde los televisores son más delgados y la gente más gorda.

-Vivimos en un mundo donde los teléfonos son más inteligentes que sus dueños.

-Vivimos en un mundo donde pintar un graffiti es un delito y matar un toro es arte.

-Vivimos en un mundo donde la forma de vestir se valora más que la de pensar.

-Vivimos en un mundo donde una pizza llega más rápido que la policía, o un transporte uber llega antes que una ambulancia.

-Vivimos en un mundo donde los animales son mejores amigos que las personas.

-Vivimos en un mundo donde no se intentan solucionar los problemas, sino convivir con ellos.

-Vivimos en un mundo donde el funeral importa más que el difunto y donde el festejo de una boda es más importante que el amor.

-Vivimos en un mundo donde las redes sociales están llenas de fotos felices y gente triste.

-Vivimos en un mundo en el que se le exige más a un futbolista que a un político.

Estamos convencidos de que ese mundo es el que nos ha tocado vivir, sin reflexionar sobre el hecho de que cada uno tiene el poder de vivir en el mundo que elija y no en el que le toca.  

Pero nosotros somos quienes decidimos en que mundo queremos vivir Tienes el poder de cambiar las reglas del juego y sin embargo no lo hacemos

-Vivimos en una provincia que aún no sabe, cuántos habitantes tiene.

-Vinimos en una provincia pobre, gobernada por funcionarios ricos.

-Vivimos en una provincia donde el Poder Ejecutivo y sus  gobernantes, piensan que el cargo es a perpetuidad y que se asume conforme a la sucesión del gobernante.

-Vivimos en una provincia, que tiene un Poder Judicial compuesto de jueces y funcionarios amigos que son nombrados sin concurso, con guiño del gobernador y algunos de sus ministros.

-Vivimos en una provincia, donde el Poder Legislativo está compuesto por anónimos diputados que nunca presentan un solo proyecto, que no sea de adhesión o beneplácito por alguna noticia nacional o foránea.

-Vivimos en una provincia donde se trabaja de espías y soplones, de amanuenses y delatores, de garroneros y de amantes, de discapacitados y planeros.

-Vivimos en una provincia donde para adjudicarte una vivienda tienes que ganar más que el gobernador y presentar un garante que cobre más.

-Vivimos en una provincia en donde el “recuperador” de viviendas, quiere acostarse con la solicitante o cobrar una cometa en efectivo.

Sabemos también que NADA es imposible. Lo imposible, sólo tarda un poco más...

 

jueves, 16 de marzo de 2023

EL DR. JUAN STORNIOLO Y EL DERECHO DE REPLICA

 

 “MIENTE, MIENTE QUE ALGO QUEDA”…

 

Una vez más recurro a redes sociales, ante la nueva negativa de Nuevo Diario -como ya lo hizo en Octubre del 2020- a permitirme ejercer un “derecho constitucional” como es el de réplica.

No desconozco el derecho a disentir con las decisiones judiciales, que es un derecho a la libertad de expresión, pero debería hacerse en base a verdades y no a mentiras como en este caso.

Considero un deber moral defender la integridad del Poder Judicial de mi provincia -ya que la Asociación de Magistrados no lo hizo hasta el momento- respondiendo a publicaciones falsas que circulan por las redes informáticas y de las cuales se hacen eco algunos malos representantes del periodismo, irresponsables que publican sin chequear la información o en su caso, como lo he solicitado, que me den el derecho de aclarar esa publicación.

 Con ello se intenta diezmar la credibilidad en la justicia provincial colocándome como el único responsable de una decisión judicial que la tomamos seis jueces (tres del Tribunal de Alzada -Dres. Cristian Vittar; Olga Gay de Castellanos y Núñez de Cheble)- y (tres del Tribunal de Juicio Oral -Achával, Campos y Storniolo-)

Tal como se puede apreciar la Libertad Condicional del imputado Sr. Campero, no la concedí en soledad, sino que intervinieron cinco jueces más. Sin embargo el Nuevo Diario califica como “Otro escándalo” la denuncia de los familiares de la víctima atribuyéndome solo a mí esta decisión. Lo que constituye una burda mentira.

 A estas denominadas operaciones mediáticas, también recurre reiteradamente el Ministerio Publico Fiscal de la provincia intentando presionar a los jueces -por lo general lo logran- publicando en la página oficial del Ministerio, con títulos catástrofe: “repudiable fallo”, “preocupante sentencia” “bochornoso fallo”. Etc.

Cuando asumí como Juez juré ante Dios y los Santos Evangelios defender la Constitución  Nacional como así los Tratados Internacionales de Derechos Humanos y nuestra Constitución Provincial y sus leyes, que es lo único que me condiciona como Magistrado, por lo que las presiones de otros órganos del Estado -MPF-, aprietes políticas, sociales, gremiales, religiosas, ideológicas nunca me someterán y que no tengan dudas que defenderé hasta las últimas consecuencias la Independencia del Poder Judicial de mi querida provincia.

 Hace más de  2000 años, lo dijo Marco Tulio Cicerón “Me hago esclavo de la ley para ser libre”. Como juez me debo a ella.

Un Juez que se deja presionar por las razones invocadas, debería dedicarse a otra cosa porque no garantiza a la ciudadanía la división de poderes que consagra los principios republicanos y democráticos de gobierno

.“CASO CAMPERO”

Por todo ello me veo en la necesidad de desmentir  las antojadizas versiones que giran en torno a este caso que protagoniza el Sr. Raúl Edgardo Campero: En el año 2019 fue condenado por abuso sexual por el tribunal presidido que presidí, integrado por los vocales: Julio Alegre Paz y Luis Achával - quienes impusimos una pena de 9 años.

El Defensor recurrió esa sentencia y el Tribunal de Alzada le bajó la pena a 8 años, y recientemente el Superior Tribunal de Justicia resolvió confirmar la decisión del Tribunal de Alzada, esto es que en vez de 9 años se aplicara 8 años de prisión.

O sea que 6 jueces de mayor jerarquía, le fijaron una condena menor al Sr. Campero.

Dejo constancia que las personas condenadas en juicio oral quedan a disposición del mismo Tribunal hasta que la sentencia condenatoria quede firme. Por lo general transcurren 2, 3, o 4 años.

De esta mora judicial, nadie dice nada. Según la ley a esta altura del proceso el Sr Campero debería estar a disposición del Juez de Ejecución  de la pena. No así del Tribunal de Juicio que lo condeno hace varios años.

 El Sr Campero fue ‘beneficiado’ con salidas transitorias -en la mitad de la pena- cumpliendo las mismas sin problemas, concedida por unanimidad por el Tribunal que integro.

Luego este mismo Tribunal por mayoría -con mi disidencia- se rechazó el pedido de Libertad Condicional impetrado por la defensa. Esta apeló y el Tribunal de Alzada decidió por unanimidad concederle la libertad condicional, ordenando al Tribunal de Juicio  que le otorgue de inmediato la libertad a Campero, motivo por lo cual se dispuso hacer efectiva esa orden emanada de un tribunal jerárquico.

Como lo estoy demostrando es falso que fuera Yo el único juez que firmo la libertad condicional, pues la firmaron seis (3 del Tribunal de Juicio Oral y 3 del Tribunal de Alzada).

 En la Feria Judicial de Enero del 2023 el MPF formuló denuncia afirmando que la progenitora de la víctima manifestaba que el condenado en libertad condicional había violado las restricciones impuestas en las reglas de conducta, condiciones cuyo incumplimiento implicaría el cese de la Excarcelación en función de la libertad condicional.

 El juez de feria Dr. Vidal revocó la libertad condicional sin realizar audiencia o escuchar al acusado es decir, in audita parte, y ordenó la detención. Esta orden de detención fue apelada y se le concedió el recurso ante el Tribunal de Alzada, discutiéndose si ese recurso interpuesto suspendía o no la orden de detención.

Es en esta ocasión cuando empiezan a circular publicaciones falaces y comienza la operación de prensa en las redes sociales. Me permito creer de buena fe que lo fue por desconocimiento del expediente o, tal vez de mala fe - por cierta animosidad en mi contra- a la que se prestan organizaciones sociales, órganos del estado, siempre basándose en hechos falsos.

Reitero una vez más que no es el suscripto quien ordeno la libertad del Sr Campero, fueron seis jueces quienes la firmaron.

Hoy el Tribunal por decisión mayoritaria -con mi voto en disidencia- dio la orden de detención y captura del Sr Campero.

 EN CONCLUSION;

Resulta falso que me negara a firmar oficios ordenando la detención.  Ya desde el mes de feria que está vigente el pedido de detención lo que no cesó hasta esta fecha, por lo que la orden estuvo vigente y si no fue detenido escapa a mi competencia pues, no soy Fiscal, ni policía.

Quienes me conocen saben que trabajé cargando bandejas en un bar familiar oficiando de mozo y todo servicio durante más de 20 años.

 

Desde que soy abogado hace más de 39 años o en esta función de Magistrado hace ya 21 años no he perdido mi vocación de asistencia a mis comprovincianos. Tengo la conciencia intacta de haber ejercido mi trabajo, con sólidas y pormenorizadas fundamentaciones, con sustentos fácticos y legales, desde mi más pura libre convicción y desde las reglas de la sana critica racional, y teniendo siempre como horizonte el respeto por la dignidad humana.

Juré ser libre, sin someterme a presiones de ninguna índole. Mi despacho es público y está abierto a los justiciables de buena voluntad que requieran mi humilde consejo.

Gracias a Dios, me mueve a todas partes, mi espíritu republicano y mi ideal de democracia que de manera alguna pensé en cambiar.

lunes, 13 de marzo de 2023

AGUANTE NUESTRA JUSTICIA...


 Hoy a las 7am,   12 de marzo de 2023, en control de autopista (ex peaje) detuvieron  un automovil y le hicieron un control de alcoholemia al hijo del Fiscal General, el innombrable. 

El chango se llama Valentin de la Rúa. 

El test decía que tenía casi 2 grados de alcohol.

Le hicieron una infracción...

Minutos después llegó el padre, Fiscal General del  Poder Judicial y se mandó un tremendo quilombo, puteo a toda la policía y luego, el Juez de Faltas transmitió que quede sin efecto esa multa. 

No se retuvo el vehículo y el mismo chango se fue bien machao, manejando él nomas...

miércoles, 1 de marzo de 2023

EXQUIZOFRENIA SOCIAL

 



Amigo lector: tomo este título de un mensaje recibido por internet. Me parece estupendo y muy actual. Se le atribuye a un presbítero brasileño, Gabriel Vila Verde. La esquizofrenia es una alteración mental; por lo mismo, la esquizofrenia social es una alteración de los patrones de conducta social. Pues bien, vamos.

Vivimos en una época en la que quieren que los sacerdotes se casen y que los casados se divorcien. Quieren que los heterosexuales tengan relaciones sin compromiso, pero que los “gays” se casen en la iglesia. Que las mujeres se vistan como hombres y asuman papeles masculinos y que los varones se conviertan en “frágiles” como mujeres. Un niño con solo cinco o seis años tiene derecho a decidir si será varón o mujer por el resto de su vida, pero un menor de dieciocho años no puede responder por sus crímenes.

No hay plazas para los pacientes en los hospitales, pero hay incentivos y patrocinio para quien quiere hacer cambio de sexo. Hay un acompañamiento sicológico gratuito para quien quiera dejar la heterosexualidad y vivir la homosexualidad, pero no hay ningún apoyo de este mismo para quien desea salir de la homosexualidad y vivir su heterosexualidad y si intenta hacerlo, es un crimen. Estar a favor de la familia y la religión es dictadura, pero orinar sobre los crucifijos es libertad de expresión. Si no es el fin de los tiempos debe ser el ensayo. Hasta aquí el padre Gabriel. En la misma línea sigo haciendo lecturas de la realidad cultural de hoy.

Por defender el llamado libre desarrollo de la personalidad, se están cometiendo muchos atropellos a los derechos sociales. Hoy, si se encuentran a unos estudiantes practicando el sexo en el aula de clase, hay que respetar el “libre desarrollo de la personalidad”; hoy creer es un irrespeto a los no creyentes y expresar públicamente sus no creencias es un derecho. Hoy hacen paro quienes trabajan y sus días de protesta se les paga, concluyen sus brazos caídos con vacaciones decretadas, -un relajo impresionante-. Pareciera que ya no vale la pena ser honesto, puntual y responsable; el vivo vive del bobo y ahí vamos para adelante.

No tenemos gobiernos fuertes que hagan respetar la ley; la diferencia de sueldos es abismal y seguimos hablando de paz; se establece una tabla de salarios, pero el congreso establece su propia escala salarial, ¡qué horror! ; -después nos quejamos que sube la extrema izquierda al poder-. ¿Por qué Venezuela cayó en la actual tiranía y la terrible descomposición social reinante? Porque la clase dirigente se corrompió y la gente harta de tantas promesas fallidas, se fue por el que más gritaba; cambió de verdugo por uno más cruel.

Hoy solo se habla de derechos, hablar de deberes es caer en el oscurantismo; hoy los padres no pueden formar a sus hijos, es el Estado el que impone unos parámetros y reglas traídas de otras culturas. Hoy hablar de los valores de la familia es ir en contravía de los nuevos paradigmas culturales. Hoy jurar en nombre de Dios es un irrespeto a los no creyentes. ¿A dónde llegaremos?

Por Redacción,La Nación Colombia.