domingo, 28 de junio de 2020

LA JUSTICIA SANTIAGUEÑA AL BORDE DEL COLAPSO (nota I)

El ingreso a la vieja fachada de tribunales

El dicho popular, se reafirma cuando se comprueba que no hay ciego más infame que aquel que no quiere ver. Eso está ocurriendo en la cúpula del poder judicial en esta provincia. Hacen oídos sordos a los mensajes que a diario les envían los abogados del medio, no aceptan sugerencias, ni ideas de ningún tipo para dar inmediata solución a la encrucijada que mantiene inactiva a la casa que debe administrar justicia.
Se sabe, que el elenco escogido para representar tamaño poder, no es de los mejores, es más está compuesto por letrados que no pueden exhibir notables pergaminos que garanticen la requerida idoneidad, que se requiere para estar sentado en esos sillones. Sin embargo ahí se mantienen desconociendo lo que a diario ocurre a la entrada de los tribunales.
No se entiende cómo es posible que estén abiertos los bares, mercados, comercios, gimnasios, etc. Y el palacio de tribunales cerrado, produciendo los numerosos inconvenientes que los abogados denuncian desde todos los medios a su alcance. ¿Qué pretenden? ¿Abarrotar aún más los pasillos cargados de expedientes que duermen inexplicablemente apoyados en contra de una pared que ni siquiera la limpian? ¿O que se instaure el negocio de las nulidades sobre todas las sentencia que se dicten en el curso de esta cuarentena?
Tan básicos son, que no entienden que la virtualidad, no puede aplicarse en el ejercicio de la profesión, que requiere la presencia del abogado con la inmediatez del sumario. ¿No quieren trabajar? ¿O acaso pretenden que de aquí en más todo sea resuelto por la vía electrónica dándoles de baja a  los letrados no familiarizados con la informática?
Un diario local se hizo eco de lo que aquí estamos comentando, por lo que resulta practico extraer algunos de los comentarios que aportaron letrados del medio:

QUE DICEN LOS ABOGADOS
Al principio del año observábamos cómo la pandemia del coronavirus comenzaba a asolar al mundo, pero aún la veíamos lejana. Su arribo a nuestro país se dio de forma repentina, en la segunda mitad de febrero y la primera de marzo, cuando se encendieron las alarmas y el Gobierno nacional decretó la cuarentena social preventiva y obligatoria ante los primeros casos. El confinamiento trajo aparejada la paralización de casi todas las actividades laborales, salvo las consideradas esenciales.
La Justicia fue uno de los sectores que vio limitada su actividad. Ello restringió aún más la actividad de los abogados, que no tenían permisos para circular ni atender clientes en sus estudios jurídicos por la DNU nacional.
Todos coincidieron en que se vieron afectados económicamente, en gran medida, con dificultades para sostener sus estudios y los gastos que ellos implican, ya que no pudieron desempeñar su labor durante este primer semestre, principalmente los más jóvenes. Sobre la mirada para lo que resta del 2020 las opiniones son dispares y varios de ellos cuestionarios algunas demoras en la atención y dificultades con la infraestructura e innovaciones digitales que se emplearon.
Los que ejercemos esta profesión de manera liberal nos hemos visto en serios aprietos: en un primer momento al decretarse el aislamiento preventivo social y obligatorio suspendimos nuestra actividad laboral, esto implica que muchas familias que viven de los ingresos cotidianos de esta profesión vieron en riesgo su sustento económico o bajaron notoriamente su nivel de vida.
Luego, en una segunda etapa se autorizó nuestro trabajo, pero de forma acotada- solo los días martes y viernes de 17 a 19 se podía atender a nuestros representados- esta metodología tampoco posibilita un trabajo regular, sumado a que los tribunales -como ya lo mencioné- atravesaba una feria judicial extraordinaria con plazos procesales suspendidos, pero a partir de ese momento fuimos retomando de a poco la actividad.
Es innegable el perjuicio económico que sufrimos todos los profesionales durante los primeros meses de la cuarentena obligatoria, y si bien no podemos hablar de un año perdido, la situación es una: el tiempo que pasó no se recupera.
Por lo tanto, a pesar de los momentos económicos duros que pasamos, confió en que a partir de que se normalice nuestra situación laboral, la económica ira de la mano.

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