por Dardo Molina Chazarreta
“Salavina ¡Ay, Salavina!
Quisiera verte otra vez…” escribía el gran músico y poeta, nostálgico y apenado
al enterarse de la muerte de su amigo Vinicio Díaz. Mario Arnedo Gallo estaba
en la provincia de Buenos Aires, sin posibilidades de poder dar un último adiós
al “Soco” Díaz, y su pena tomó forma de zamba.
Mario Arnedo Gallo nació en
Santiago del Estero el 15 de Mayo de 1.915. En su época de estudiante vivió en
Santa Fe. Luego volvió a Santiago, para años después radicarse en la provincia
de Buenos Aires, donde vivió hasta el fin de sus días, aunque siempre volviendo
al pago aunque sea por lapsos muy breves.
La zamba Salavina es una de
las piezas más valiosas e interpretadas del folclore nacional; su melodía es
cautivante y su letra va al monte, sobrevuela el río y vuelve al pequeño
poblado.
Villa Salavina es una de las
poblaciones más antiguas de la provincia de Santiago del Estero, construida a
orillas del Río Dulce y cargada de historia. Para conocer gran parte de esa
rica historia, hay que procurar leer La Agonía de los Pueblos, del Dr. Orestes
Di Lullo. En el capítulo dedicado a Salavina, nos relata en una prosa sentida
la importancia económica, política y cultural que tuviera la Villa Salavina y
su decadencia posterior. Cabe agregar que en la actualidad, Salavina no está
agonizando y sigue siendo una importante población del sur de nuestra
provincia. Mejorando la comunicación vial, seguramente Salavina volverá a
florecer totalmente.[1]
CHACARERA
DEL CANTOR
Es muy probable que la Chacarera del Cantor fuera compuesta en
homenaje o recuerdo de su amigo el Dr. Luis Billaud, como lo sugiere su
estribillo: “ Chacarera, chacarera, chacarera de mi flor y mi bombo sumameño
recuerdo de Luis Billaud.” Mario Arnedo se juntaba en largas y recordadas
veladas con los hermanos Julián “Cachilo” y Vinicio “Soco” Díaz en guitarra y
bandoneón, el juez Luis Billaud en el bombo y Sofanor Díaz, en guitarra.
También menciona al Dr. Billaud en la chacarera “Ayayitay”: “Vino hay en las
penas, sangre en el color y una cruz de palo en el dolor. Ayayitay Luis
Billaud.”.
Es el mismo personaje que
aparece en una de las dos letras de la chacarera La Mocha: “El doctor Billaud
bailaba y al pelo la chacarera, despacito mudanceaba en medio la polvareda”.
Una letra es de Oscar Arturo Mazanti (Oscar Cacho Valle) y la otra del Dr. José
Antonio Faro Palumbo, sobrino de don A. Chazarreta.-
Con su bombo sumameño se
está refiriendo al Pueblo de Sumamao - Departamento de Silípica – donde se
festeja a San Esteban (26 de diciembre) una de las manifestaciones más
populares de fe, y se caracteriza por una mezcla de rito católico con pagano
que fueron introducidas por los aborígenes, donde los promesantes acuden a
caballo y al ritmo de los bombos. Me comentó mi amigo e investigador Alberto
“Gringo” Bravo de Zamora que el bombo de Billaut lo conserva la esposa de
Arnedo Gallo, doña María Susana Insausti. Un dato más que interesante: el Dr.
Luis Billaud es autor de la zamba “Agüita chirle”.-
LA
DURA VIDA EN CAPITAL
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Acequia Belgrano |
Arnedo Gallo vivió casi cuatro décadas en Hurlingham, en 1947 llegó con su mujer, y su pequeño hijo Fernando. La familia alquiló una casa sobre la calle Remedios de Escalada, a media cuadra de la estación Hurlingham y al poco tiempo se mudaron a Santa María, una casa quinta que estaba en Solís y Vergara y que ya fue demolida. Era muy grande y tenía muchas habitaciones, medía 40 metros de frente y los fondos llegaban hasta la calle Remedios de Escalada. Por ahí pasaron muchos músicos que gracias al enorme espacio podían tocar hasta la hora que quisieran sin molestar a nadie. Ensayaban y hacían guitarreadas a las que concurrían amigos y familiares.
Seguramente cantaban hasta
la madrugada y por el gusto de cantar, como dice la chacarera. Yo soy cantor y
disculpen, santiagueñito i' nacido, soy como el viejo quebracho, vivo mejor al
descuido.[2]
Como todo provinciano, en
especial el santiagueño, la vida en la “Capi” fue siempre dura y difícil. Mario
Arnedo no fue la excepción: “Cuando salí de Santiago todo el camino pensaba, que
solo con mi ponchito, y mis alpargatas sobraban. Llegando a Buenos Aires, me di
cuenta el equívoco, porque a veces no comía y al otro día tampoco, así barajao'
el naipe, venía la cosa muy fea, pensando en parar la olla, dentre a cantar
chacareras.”[3]
Tuvo que vender el piano
para poder pagar el parto en el que nació su hijo Diego[4] No cabe dudas que esa
dureza que marca el desarraigo quizás la podía en cierta forma sosegar con su
“cantar” porqué como bien lo dice en la zamba “Tristeza santiagueña” … “No es
bueno hacerse mal juicio, de quién arrastra un penar, tan sólo el alba
comprende cuando un santiagueño se pone a cantar”
La estrofa que dice: “cuando
la gente no canta y no nos deja cantar me da ganas de prestarles un corazón de
zorzal” es de una formidable exactitud
para quienes hemos tenido la oportunidad de compartir guitarreadas o reuniones
–especialmente de amigos- donde no falta uno o varios comensales que ni
siquiera vale la pena prestarles un corazón de zorzal.
LA
ACEQUIA DE LA BELGRANO
Para Mario Arnedo todo
canta…Canta el agua, canta el río, el coyuyo y el crespín (el crespín va
rompiendo el silencio sobre amargos senderos de sal -Salavina-zamba) así
cantaba un paisano por los pagos de Mailín. “Mi chacarerita mota si me habrás
visto “machao”, cuando el diablo anda en el vino por Mailín y Sumamao”[5].
Canta el agua en las
acequias el otrora fresco y arbolado paseo, sacude la memoria de los que peinan
canas, y también amaga una lágrima furtiva escaparse ante el inevitable cotejo
entre pasado y presente. La acequia de la avenida Belgrano fue una sorprendente
obra de ingeniería que dio origen a la agricultura de riego. Nuestra “acequia
principal”, como se la llamó primitivamente por ser única y la de mayor caudal,
al servicio de “chacras y sementeras”, fue centro de interés económico,
político, social y religioso de la ciudad, desde los albores de su existencia.[6]
Adalberto Mario Raúl Arnedo
Gallo, fallecio el 22 de noviembre de 2.001 a los 83 años.-