“Ojo” Se proponía vender únicamente discos, tratando de aplicar un alto criterio de selección musical. Su creador y propietario fue Julio Carreras. Con 21 años de edad, este joven (hijo del poeta con el mismo nombre, quien era además alto funcionario del área Educacional en la provincia) pretendía iniciar un negocio donde pudiera ofrecer lo más avanzado de la música que se escuchaba en todo el mundo occidental.
“Julito” (o “Julio hijo”, llamado así para diferenciarlo de su padre), había sido desde los 10 años dibujante y pintor, músico de Los Juveniles, Los Grinberg, Johnny Perkins y los Carim (grupo de Tucumán), Los Mods, el Equipo C y Les Zombies. El nombre de su negocio, “Ojo”, era un homenaje sutil a Pablo Picasso. Y llevaba como logotipo una copia de algunos de sus dibujos.
Con muebles antiguos de su familia, aportados por Antenor "Kikí Ferreyra", estantería y exhibidores de discos fabricados "ad hoc", una bandeja profesional Winco y un amplificador Ken Brown de alta fidelidad, acompañado con dos baffles construídos bajo un diseño electrónico de Hugo Mansilla, con parlantes de 12, 10, uno con wooffer de 15 pulgadas, cada uno con tres tweetters, se inauguró el negocio. Los hermanos Pernigotti, obrajeros y propietarios del Club Nocturno “Vinicius”, habían aportado gratuitamente dos soberbias banquetas de quebracho colorado, con una mesita de esa misma madera, para ser colocada entre ambas. El amplio espacio de Ojo quedaba así equipado con todo lo necesario para escuchar música como ningún otro comercio musical de Santiago estaba entonces en condiciones de ofrecer.
1 Diskería Ojo, sobre calle Independencia 261. De izquierda a derecha, Ricardo Soulé, cantante y primera guitarra de Vox Dei, Julio Carreras propietario de la diskería, y un sonidista porteño de Vox Dei. Adentro, tras la vidriera, Enrique Gavioli. Foto: Estudio Mattar Lindow. Cortesía de Analina Lis Carreras Revainera.
Por entonces las clases medias vivían un estallido de nuevos locales bailables y modas musicales. Junto con una cultura restallante de estéticas revolucionarias. Repentinamente había dejado de ser prohibido para las y los adolescentes concurrir a "boliches" con poca luz. Y así, Santiago presentaba cada vez más ofertas en este campo, algunas promovidas por grandes capitalistas locales de entonces, como Johnny Diéguez (constructor del Grand Hotel, hoy Carlos V). O Lito Prieto (Supermercados Buen Día y Trevi, Spat, fábrica de tomate envasado, y otras empresas).
Los primeros “boliches legales” (es decir, regenteados por personas conocidas y respetables de la sociedad santiagueña), habían comenzado a funcionar en Santiago recién hacia 1967 o ‘68, aproximadamente. Los tres primeros fueron “Help”, de Jorge Lamadrid, “Vértigo”, de Carlín Olmedo y “Vinicius”, de los ya mencionados hermanos Pernigotti. En 1971 habían surgido otros, de menor envergadura. Pero sólo cinco disfrutaban la preferencia masiva de la juventud santiagueña; además de los nombrados, “La Jaula”, de Johnny Diéguez (también propietario de la Confitería “Ideal”, el “Parque de Grandes Espectáculos”, el “Río Dulce Grill” y el Grand Hotel), y “Safari”, de Lito Prieto (también propietario de la confitería Trevi y el Supermercado Buen Día). Los primeros disc jockeys de Santiago trabajaron en casi todos estos negocios: Hugo Mansilla con Jorge Lamadrid, y posteriormente con Lito Prieto y Ramón Diéguez; el Gallego Roberto Dougnac con Lito Prieto y Ramón Diéguez, Cacho Rigourd en la majestuosa Whiskería Safari, de Lito Prieto. Julio Carreras, en tanto, fue disc jockey de Vértigo, negocio de Carlín Olmedo, y luego trabajó como músico permanente con Lito Prieto y con Ramón Diéguez. Siendo posteriormente disc jockey de La Jaula, el boliche del Grand Hotel. Así que Ojo se iniciaba con personas cuya experiencia musical era vasta, pues Kikí Ferreyra, asimismo, se había desempeñado casi desde adolescente como representante de muchos de los mejores músicos y actores de Santiago, Córdoba y Buenos Aires. Y ejercía entonces como gerente de La Jaula.
Rosita Martín, bellísima joven de 19 años, elegida “Reina del Trigo” en el Festival de Fernández, ingresó como empleada para atención al público de Ojo, sugerida por Kikí.
2. Clara Beatriz Ledesma Medina. Estudiante de Ingeniería Forestal. Novia de Julio Carreras y compañera en sus emprendimientos, desde Ojo hasta el Grupo SER. Fallecería en enero de 1973. Foto: Cortesía de su sobrina, Dra. Candela Delgado.
Cuando todo estuvo preparado, Julio y Kikí viajaron a Buenos Aires. Durante dos o tres días que estuvieron allí, Kikí concertó reuniones con Ana María Picchio, actriz por entonces de moda, debido a un premio internacional recibido, Walter Vidarte, Victor Laplace y Héctor Alterio. Julio compró una gran cantidad de long plays importados, (Ten Years After, Jefferson Airplane, Led Zeppelin, Deep Purple) especialmente ingleses, y cientos de discos LP y simples o dobles, de artistas de primer nivel. Jazz (John Coltrane, Mono Villegas), Clásicos Académicos, Folklore, como el del Dúo Salteño, Eduardo Falú o el Trío Juárez + 2, Tango como el de Buenos Aires Hora 8 o Susana Rinaldi. Y las mayores revelaciones de Woodstock u otros festivales hippies: Santana, Crosby, Stills, Nash & Young, Jimmy Hendrix, Janis Joplin, Blood, Sweat & Tears, Aerosmith o Pink Floyd, aparecerían por primera vez en una casa de música santiagueña, muy pronto. Junto a joyas de producción nacional, como los primeros LP de Almendra, La Cofradía de la Flor Solar, Alma y Vida, Vox Dei o Arco Iris.
Entre los recitales memorables auspiciados ese año por Kikí se contaron los del pianista porteño Lito Escarso, con una cantante cuyo nombre no recordamos, y el del prodigioso grupo cordobés de Rock Pesado, The Vermin Group.
Ese año también actuarían en Santiago del Estero el trío Arco Iris, de Gustavo Santaolalla, y otro trío, Vox Dei, de Ricardo Soulé, de extraordinaria difusión en aquellos días por su long play doble La Biblia.
A última hora se incorporó a la oferta de Ojo libros y posters, en aquel entonces muy en boga, como de El Ché Guevara, Raquel Welch y otros, en tamaño gigante.
Pronto la diskería se convertiría en un lugar de reunión de ‘diletantes’, como les llamaba el papá de Julio. Todo tipo de artistas jóvenes, músicos o interesados en la literatura comenzaron a frecuentar este lugar.
En la diskería Ojo se concertó una relación fraterna, entre chicas y chicos “del centro” y otras y otros de diferentes barrios. Fue una de las raíces culturales de donde emergería, posteriormente, el Grupo SER. Protagonista del Primer Recital de Música Progresiva que se organizó en Santiago del Estero.
“Ojo” funcionó bastante bien, durante el corto periodo de su existencia había dejado el margen pecuniario que se precisaba para pagar el alquiler, renovar mercaderías y cumplir con el banco. El 60% del capital invertido provenía de un préstamo, solicitado al Banco de la Provincia por el padre de Julio. Para ser pagado totalmente con las ganancias del negocio.
La diskería –dominados por el esnobismo en uso, la habían denominado así– se convirtió apenas al abrir en un lugar de moda. Concurría mucha gente a su local, sea para mirar libros, escuchar música, o simplemente conocer a otros jóvenes.
El Grupo SER fue una organización espontánea de músicos santiagueños, que se conformó hacia abril de 1972, luego de una zappada en la casa de Lali Alcorta (Villa Constantina). La agrupación sería poco después organizadora del Primer Recital de Música Contemporánea (rock nacional o alternativo) en Santiago del Estero. El flamígero telón de fondo lo constituía la lucha revolucionaria armada en la Argentina. Por entonces en su momento más alto.
Luego de constituido el grupo, se decidió organizar un Recital de Música Contemporánea. Esto se haría por primera vez en Santiago. Fieles a la propuesta de hacerlo en un lugar adonde tuvieran acceso los sectores más humildes de la sociedad, se decidió también solicitar en préstamo el local de la biblioteca Francisco de Aguirre, en Villa Constantina. Muy cerca de allí había nacido prácticamente, SER, pues en la casa de Lali Alcorta, a una cuadra y media, se había hecho la primera zappada.
De entrada se destacaron nítidamente los músicos profesionales: Tito Galván, Lucky Gómez, “German” Ledesma, Mario Abraham. Acostumbrados a la disciplina de los ensayos y las actuaciones a horario, comprendieron el valor de la organización enseguida. Ellos serían quienes iban a aportar casi todos los instrumentos.
Se decidió también hacer una revista, para difundir aquellas ideas. Cuando hubo que proponer un símbolo que representara a SER, eligieron un pez. El ICHTUS, con que los primeros cristianos se identificaban entre sí, en las catacumbas, durante la época de la cruel persecución romana. Los músicos se organizaron en bandas, por afinidades. Era una tarea para la que debían poner gran empeño, pues los profesionales tocaban en grupos donde se hacía desde cumbia a un rock complaciente como el de Los Iracundos. Y lo que se iba a tocar era Almendra, Manal, La Cofradía de la Flor Solar, Alma y Vida, Vox Dei, Aquelarre... como máxima concesión Pedro y Pablo, el dúo de Cantilo, que se proponían tomar de modelo Cacho Gerez y Severo Galván.
En realidad, se trataba de algo más difícil aún, pues los mencionados grupos argentinos se tomaban sólo como referencia (así también Jimi Hendrix o Crosby, Stills, Nash & Young). El desafío era hacer temas propios, con letras dirigidas a los más humildes de Santiago del Estero. Así, el 9 de Julio de 1972, este vital movimiento multicultural, presentaría el Primer Recital de Música Progresiva en Santiago del Estero. Pero esto ya forma parte de otra historia.
Artículo publicado en la revista digital Mundar.
Foto 1: fachada de la diskería Ojo. A la izquierda, Ricardo Soulé, del grupo nacional Vox Dei, al medio el propietario del negocio, a la derecha, el sonidista de Vox Dei.
Foto 2: jóvenes de los años 70, fans de los Mods y los Zombies, grupos santiagueños que tocaban música de los Beatles, Credence y otros semejantes.
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