miércoles, 7 de diciembre de 2011

Carta de SACERDOTE CATOLICO AL NEW YORK TIMES

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Querido hermano periodista:

Soy un simple sacerdote católico. Me siento feliz y orgulloso de
mi vocación. Hace veinte años que vivo en Angola como misionero.
Veo en muchos medios de información, sobre todo en vuestro
periódico la ampliación del tema en forma morbosa, investigando en
detalles la vida de algún sacerdote pedófilo. Así aparece uno de
una ciudad de USA, de la década del 70, otro en Australia de los años
80 y así de frente, otros casos recientes… Ciertamente todo
condenable! Se ven algunas presentaciones periodísticas ponderadas
y equilibradas, otras amplificadas, llenas de preconceptos y hasta
odio.
Me da un gran dolor por el profundo mal que personas, que deberían
de ser señales del amor de Dios, sean un puñal en la vida de
inocentes. No hay palabra que justifique tales actos. No hay duda que
la Iglesia no puede estar, sino del lado de los débiles, de los más
indefensos. Por lo tanto todas las medidas que sean tomadas para la
protección, prevención de la dignidad de los niños será siempre una
prioridad absoluta.
Pero ¡Es curiosa la poca noticia y desinterés por miles y miles de
sacerdotes que se consumen por millones de niños, por los
adolescentes y los más desfavorecidos en los cuatro ángulos del
mundo! Pienso que a vuestro medio de información no le interesa que
yo haya tenido que transportar, por caminos minados en el año 2002, a
muchos niños desnutridos desde Cangumbe a Lwena (Angola), pues
ni el gobierno se disponía y las ONG’s no estaban autorizadas; que
haya tenido que enterrar decenas de pequeños fallecidos entre los
desplazados de guerra y los que han retornado; que le hayamos
salvado la vida a miles de personas en México mediante el único
puesto médico en 90.000 km2, así como con la distribución de
alimentos y semillas. Que hayamos dado la oportunidad de educación
en estos 10 años y escuelas a más de 110.000 niños...
No es de interés que con otros sacerdotes hayamos tenido que
socorrer la crisis humanitaria de cerca de 15.000 personas en los
acuartelamientos de la guerrilla, después de su rendición, porque
no llegaban los alimentos del Gobierno y la ONU. No es noticia que
un sacerdote de 75 años, el P. Roberto, por las noches recorra las
ciudad de Luanda curando a los chicos de la calle, llevándolos a
una casa de acogida, para que se desintoxiquen de la gasolina, que
alfabeticen cientos de presos; que otros sacerdotes, como P.
Stefano, tengan casas de pasaje para los chicos que son golpeados,
maltratados y hasta violentados y buscan un refugio.
Tampoco que Fray Maiato con sus 80 años, pase casa por casa
confortando los enfermos y desesperados. No es noticia que más de
60.000 de los 400.000 sacerdotes, y religiosos hayan dejado su tierra
y su familia para servir a sus hermanos en una leprosería, en
hospitales, campos de refugiados, orfanatos para niños acusados de
hechiceros o huérfanos de padres que fallecieron con Sida, en
escuelas para los más pobres, en centros de formación profesional, en
centros de atención a seropositivos… o sobretodo, en parroquias y
misiones dando motivaciones a la gente para vivir y amar.
No es noticia que mi amigo, el P. Marcos Aurelio, por salvar a unos
jóvenes durante la guerra en Angola, los haya transportado de
Kalulo a Dondo y volviendo a su misión haya sido ametrallado en el
camino; que el hermano Francisco, con cinco señoras catequistas, por
ir a ayudar a las áreas rurales más recónditas hayan muerto en un
accidente en la calle; que decenas de misioneros en Angola hayan
muerto por falta de socorro sanitario, por una simple malaria; que
otros hayan saltado por los aires, a causa de una mina, visitando a
su gente. En el cementerio de Kalulo están las tumbas de los
primeros sacerdotes que llegaron a la región… Ninguno pasa los 40
años.
No es noticia acompañar la vida de un Sacerdote “normal” en su día a día,
en sus dificultades y alegrías consumiendo sin ruido su vida a
favor de la comunidad que sirve.
La verdad es que no procuramos ser noticia, sino simplemente llevar
la Buena Noticia, esa noticia que sin ruido comenzó en la noche de
Pascua. Hace más ruido un árbol que cae que un bosque que crece.
No pretendo hacer una apología de la Iglesia y de los sacerdotes. El
sacerdote no es ni un héroe ni un neurótico. Es un simple hombre,
que con su humanidad busca seguir a Jesús y servir sus hermanos.
Hay miserias, pobrezas y fragilidades como en cada ser humano; y
también belleza y bondad como en cada criatura…
Insistir en forma obsesionada y persecutoria en un tema perdiendo la
visión de conjunto crea verdaderamente caricaturas ofensivas del
sacerdocio católico en la cual me siento ofendido.
Sólo le pido amigo periodista, busque la Verdad, el Bien y la Belleza.
Eso lo hará noble en su profesión.
En Cristo,
P. Martín Lasarte

"Mi pasado Señor, lo confío a tu Misericordia; Mi presente a tu
Amor; Mi futuro a tu Providencia"
 

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