Por: Redacción
Visión Liberal
Santiago del Estero es una tierra que
puede caracterizarse o definirse por un varieté de elementos históricos o
culturales: cuna del folklore argentino, madre de ciudades, gente amable,
veranos castigantes de 50°, entre otros...
Pero poco espacio periodístico ocupan
aquellas cosas. En los últimos años, la provincia de Santiago del Estero merece
los titulares por el ejercicio cíclico y desvergonzado del gobierno. Los
inicios de esta práctica -ya vuelta costumbre- nos remonta a 1948, cuando
Carlos Arturo Juárez asumía la gobernación por el Justicialismo; tiempo después
siguió su segunda administración en 1973 -la cual fue frustrada por el proceso
dictatorial. Hacia final de la dictadura, ocupó nuevamente el cargo en otras
ocasiones más hasta 2001. Sumando un total de 5 de gobiernos condensados en 55
años de poder. Con el tiempo, todo esto le daría mote de "Era
Juarista".
Ante la expectativa de los arcos
opositores y la sociedad santiagueña, se hubiera esperado que por las
Instituciones Republicanas que le son propias a nuestro Estado la historia no
se repitiera. Sin embargo, las 2 últimas intervenciones federales que se dieron
en la Provincia no pudieron contener el establecimiento de un nuevo clan gobernante.
En el año 2005, luego
de la intervención federal a cargo de Lanusse, asume por primera vez como
Gobernador, Gerardo Zamora con el Frente Cívico (en ese entonces de la UCR,
luego devenido en radical K y desafiliado) tras una reñida elección con el PJ.
A pesar de presentarse el actual
proyecto político como refundador de la provincia, se puede poner de manifiesto
que el populismo siguió vigente: una de las primeras medidas de Zamora fue
llamar a una Convención Constituyente que reformara la Carta Magna provincial.
Ocho años después, y en busca de un tercer mandato consecutivo, algo que la
Constitución provincial reformada por su partido prohíbe, el actual Gobernador
fue judicialmente en contra de ella. No obstante, su intención fue truncada por
un magistral fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, lo que llevó a
que Zamora ungiera como próxima Gobernadora de la Provincia a su esposa Claudia
Ledesma de Zamora. Véase como una prueba de su amor, o como una manera
implícita de que el poder siguiera girando en sus manos.
El saldo de 55 años
de juarismo y 12 años de zamorismo (que pronto serán 16) son los siguientes,
con datos accesibles a cualquier ciudadano:
- 50% del empleo en blanco corresponde al sector
público, el que a su vez percibe los sueldos más bajos de todo el país.
- El 50% de las personas se encuentran por
debajo de la línea de la pobreza.
- Tiene al conglomerado urbano más pobre del
país (Santiago-La Banda).
- 41% de la población no tiene acceso a cloacas
o agua potable.
- La evaluación Aprender arrojó que Santiago
tiene algunos de los desempeños más mediocres del país, en general 10
puntos por debajo de la media.
- Según un estudio de la Facultad de Agronomía
de la UBA, la provincia lidera el ranking mundial de desmontes, con 4
millones de hectáreas deforestadas.
Datos que podrían
ser propios de las regiones africanas más pobres, a pesar de los cuales en el
2017 Zamora decidió pedirle de vuelta a su mujer el mandato prestado en 2013.
Desenlace anticipado: Su aplastante victoria fue de casi el 70% de los votos.
Lo más superficial sería atribuir su
eternizado cargo a la popularidad y dilecto que el santiagueño le confiere.
Mas, lejos de ser un líder carismático, Zamora encontró la forma de seguir
extendiendo su dominio a través de los años agrandando el conglomerado público
e intercambiando favores con los sectores más empobrecidos de la sociedad. Se
aseguró, así, de instalar el mito que su permanencia en el poder está
directamente vinculado con el acceso a la satisfacción de las necesidades
básicas que sufre, como comentamos anteriormente, más de la mitad de la
población. De tal forma, el agua potable, una vivienda digna son cosas posibles
si comulga en dirección al oficialismo.
70 años del más retrógrado y
liberticida populismo dejaron instalados en la conciencia y el imaginario
santiagueño que para conseguir un trabajo debe necesariamente ?'trabajar en
política'' (léase ser un puntero a menor escala en su repartición pública o
club de barrio, caminar las calles durante las campañas, o hasta ser arriados a
los actos políticos del líder en camiones de basura). Esa creencia genera a su
vez que cada una de esas personas piensen que no le deben su trabajo a su
propia capacidad, sino al favor que el político les hizo, y se niegan a votar a
otro diferente por temor a que el siguiente les quite lo que obtuvieron. Todo
lo que genera un círculo vicioso a partir del cual la corrupción política se
disemina en el sistema social, contaminándolo y corrompiéndolo al punto de
quitarle su propia dignidad al santiagueño común, que ni siquiera puede
despegarse de la prebenda política para conseguir un empleo digno.
"Uno no defeca dónde come",
es una expresión muy propia y particular de los argentinos. ¿Pero hasta qué
punto somos capaces de aceptar esta premisa y correr la vista de lo que merece
nuestra atención e implicancia? En Santiago la corrupción, la muerte brutal de
un niño de 11 años, la impunidad judicial ofrecida a los hijos del poder son
hechos pasados por alto y no sólo porque el bolsillo demanda silencio, a esto debemos
sumar la sombra del miedo colectivo operada por un laberíntico grupo de
funcionarios estatales y punteros políticos.
El colmo de la
ignominia: por la pequeñez del sector privado, hay innumerables militantes de
distintas vertientes ideológicas (en franca colisión con el oficialismo
provincial) que se ven obligados a dejar sus convicciones de lado y prestarle
servicios políticos al zamorismo para conseguir un sueldo del sector público.
Todo esto es algo pocas veces
abordado por los medios de comunicación locales, que subsisten en gran parte de
la pauta oficialista. Otra libertad violentada: La libertad de expresión es
algo que los medios locales están lejos de gozar y, en igual o peor medida, el
individuo que atine a expresar públicamente un juicio poco favorecedor sobre el
gobierno; de ser así, son muchas las anécdotas que se encuentran dispersas
sobre figuras opositoras, empleados públicos, periodistas que fueron foco de
desprestigio y persecución por sus palabras. Incluso es sabido entre los santiagueños
de la existencia de un grupo de personas encargadas de controlar la actividad
en redes sociales.
La ilusión del progreso, el
desarrollo y la libertad cala hondo cuando a la distancia brillan con
imponencia las llamadas "Torres Gemelas". Por esto se vuelve
imperativo abordar esta asfixiante realidad a pesar de que el panorama para la
Provincia se verá inmutable durante algún tiempo más, por lo menos hasta que la
oposición local, tome algo más de relevancia y pueda captar la atención de esa
enorme masa de comprovincianos que actualmente subastan su voto por la
prebenda. Al clan Zamora le quedan aún algunos años prolongando y afinando su
estilo cuasi mafioso, mientras los santiagueños deberíamos llamarnos a la
reflexión.
Tal vez pueda tomarse a Santiago del
Estero como una muestra a pequeña escala de lo que provoca un populismo aún más
exacerbado que en el plano nacional. Las instituciones democráticas y
republicanas totalmente bastardeadas al punto de resultar irreconocibles.
Mediocracia que premia a quienes se mantienen servilmente obedientes. Ceguera
voluntaria para no ver el atraso al que la provincia está irremediablemente
condenado, por lo menos mientras las cosas se mantengan inmutables. Políticos,
sindicalistas y jueces que no defienden nada más que sus propios intereses
espurios. Empresarios prebendarios que dan jugosos retornos a cambio de la obra
pública provincial. Violación total de la Igualdad ante la Ley y de todas las
clases de Libertades. Tal vez por todo ello se entienda que los autores permanezcan
en el anonimato.
Pero también es
cierto que es el santiagueño el que en el cuarto oscuro continúa eligiendo
demagogia y populismo extremos hace 70 años, sea por miedo o porque no le es
posible concebir una alternativa. Para cambiar eso, hoy más que nunca la
batalla es cultural.
Redacción de Visión
Liberal
El gobernador que más años gobernó la provincia fue Juan Felipe Ibarra con 30 años. Es inexacto que Juárez gobernara o tuviera poder por más de 50 años, ni indirectamente como justifican algunos ese dato erróneo.
ResponderEliminarPor otro lado es cierto que no hay alternativa, en su momento la alternativa a Juárez prendió fuego la provincia por eso siempre volvía al poder como “Salvador”.
Con la oposición actual pasa lo mismo, son peor que Zamora. El Frente Civico termina siendo el mal menor cuando su gobierno tiene como “bandera” el equilibrio fiscal y la oposición ni siquiera entiende que es el equilibrio fiscal.