MANIPULACION
POLITICA DE UN ANSIADO REGRESO
Por Jorge R. Enríquez (*)
No, por cierto, porque el tradicional buque escuela y su
tripulación no merezcan el reconocimiento de todos los argentinos, luego de
tantas semanas de estar detenidos en un remoto puerto africano, sino por el
cinismo de pretender capitalizar ese regreso como si se tratara de una hazaña
lograda por la presidente de la Nación. Algún turista desprevenido que paseara
el 10 de enero pasado por Mar del Plata podría haber pensado que la Armada
Argentina acababa de librar una épica batalla naval. Esa percepción se vería
reforzada al ver los afiches alusivos, en los que el rostro de la señora de
Kirchner ocupaba un lugar protagónico, remarcado por la leyenda "Cristina
Capitana". El turista imaginaría que la propia presidente condujo a la
Fragata en la dura contienda, cual una Almirante Guillermo Brown del siglo XXI.
Pero grande sería su sorpresa si se le informara que no
hubo batalla alguna, sino un embargo por deudas impagas del Estado argentino,
que además pudo haberse evitado si el gobierno nacional hubiera obrado con
mayor diligencia, y que el regreso es la consecuencia de un procedimiento ante
un tribunal internacional. Pero convertir las propias torpezas en virtudes y luego
atribuirle esas supuestas virtudes a la primera mandataria, mediante el uso
impúdico de la propaganda oficial solventada con recursos públicos, es una
marca de fábrica del kirchnerismo.
Harto patético resultó que, en lugar de recibir la
Presidenta a la Fragata, fuera ésta la que debió esperar el arribo de Cristina
Fernández a Mar del Plata, luego de haber permanecido por más de 36 horas en aguas jurisdiccionales
argentinas. Una absoluta falta de respeto hacía los marinos que, luego de más
de 7 meses de estar alejados de su
Patria y de sus familias, fueron obligados a prolongar su retorno, hasta que
estuviera montada la cinematográfica escenografía para resaltar la figura de la
líder, tal cual indica el manual de los regímenes autoritarios.
Reminiscencias totalitarias que, como siniestros
fantasmas del pasado, se empeñan en acosarnos, nos trajeron esos prolijos
estandartes de las distintas agrupaciones kirchneristas, exhibidos en Mar del
Plata y llevados con resignado entusiasmo por una militancia conchabada, que no
ocultaba su pertenencia burocrática (Indec, Afsca, Anses, Afip, etc).
No resultó extraño a ese cuadro la arenga de Cristina,
cargada de diatribas a quienes piensan distinto, preñada de oscuras
advertencias a imaginarios enemigos foráneos y hasta interplanetarios (sic) y
rematada, con narcisistas elogios a su persona, única heroína de la fiesta
marplatense.
La manipulación política de un acto que debió haber sido
de todos los argentinos y no de una facción política, mostró otra vez el rostro
de una sociedad dividida. Bajo el disfraz de una supuesta recuperación de la
soberanía política y económica por parte de un gobierno que, en público denosta
a los “fondos buitres” y, en privado, renegocia con ellos, queda al
descubierto, en toda su dimensión, la perversidad de la demagogia populista.
La mascarada duró muchos años, pero la ciudadanía viene dando elocuentes
muestras de hastío ante esas actitudes que presuponen la generalizada estupidez
de la sociedad argentina. A la querida Fragata la recibimos con todos los
honores; a los que la quieren usar en su provecho, les exigimos que dejen ya de
tomarnos el pelo
para Santiago Tierra Politica, viernes
11 de enero de 2013.-
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