viernes, 17 de enero de 2014

CRONICA DE LA RULETA RUSA

EL JUEGO DE LA RULETA RUSA
por Deyes Sosa

Pudo haberse evitado, solo queda saber en donde reside la culpa de una tragedia que pudo ser mayor

El trágico y conmovedor accidente que generó en La Banda el estallido del tubo de gas de un viejo automóvil, pudo haber tenido consecuencias más graves, no solo para quienes resultaron damnificados sino para aquellas personas que circunstancialmente se encontraban en ese momento en la misma estación de servicios donde ocurrió el hecho sino en las inmediaciones más próximas.

Como se sabe, el estallido seccionó las piernas a Mónica Valoy, quien permanece en grave estado en terapia intensiva en el Policlínico Regional, donde, al ser ingresada se temió por su vida a raíz de la importante pérdida de sangre que le ocasionó el accidente. Se pudo saber de fuentes hospitalarias responsables, de que a la mujer debieron completarle la amputación de ambos miembros a la altura de sus muslos. En tanto, su marido, Jorge Marcos Barraza habría perdido un ojo por la deflagración de los vidrios del coche producidos por la explosión.
Quien se salvó de milagro - resultó absolutamente ileso- fue la bebita de la pareja que estaba en brazos de su madre cuando ocurrió el episodio.

La profusa crónica del conmovedor hecho cuenta en sus detalles que la pareja había adquirido a un particular el pasado domingo el Dodge 1500 siniestrado. Y según las verificaciones técnicas tras el estallido, el viejo automóvil llevaba el tubo de gas adulterado con una  última verificación de carga habilitante el año 2009.
La fiscalía de turno de la justicia de La Banda, tomó intervención de oficio para investigar el episodio. Esto amerita, y en base a las pericias técnicas del accidente, tomar declaración indagatoria a quien vendió en tales condiciones el automóvil - se cita a un tal Fabián Montero con verdulería en la calle Deán Fumes de La Banda-  a fin de establecer su grado de responsabilidad criminal ¡porque negoció una bomba de tiempo!
El reglamento para el uso de gas comprimido en los automóviles, estipulado por Enargas, señala que esas unidades deben ser periódicamente revisadas en los talleres oficializados por la empresa para la correspondiente habilitación de carga del GNC. Anualmente se verifica el sistema y se coloca la oblea que autoriza la carga. Cada cinco, se controla el tubo. Se admite eventualmente una reparación correcta de éste si ha sufrido algún deterioro por cinco años más. Luego se lo debe indefectiblemente reemplazar.

¿SE VERIFICAN LAS OBLEAS?
La carga de GNC en las estaciones de servicio ya se ha convertido en una práctica rutinaria pero existen criterios de contralor disímiles.

Usuarios del sistema revelan que cuando la oblea está vencida no en todos los establecimientos del rubro se admite la recarga del fluido por razones de seguridad. En otras se cumple con el despacho en un acto de mero contexto comercial.

PAUTAS DE SEGURIDAD
Expertos en el tema enfatizan de que las medidas preventivas de seguridad resultan clave para evitar accidentes como el acontecido ya en Buenos Aires donde dos personas murieron por mantener un cilindro rechazado por el centro de reprueba y al que lo reemparchó con una soldadura. Entonces, cuando cargó gas, explotó”. El mismo caso de La Banda.

El uso del gas en los automóviles exige los controles establecidos porque si hay pérdida de fluido pueden generarse siniestros si algún caño está cerca de la batería o el roce de algún cable conductor de electricidad. Señalan que al aire libre es más difícil un percance de explosión o incendio del sistema. Pero es mucho más factible dentro de una cochera cerrada.

Recomiendan asimismo que las personas cuando se bajan del automóvil como se exige en el momento de la carga, deben tomar una distancia prudencial de la unidad y nunca colocarse detrás del baúl
 

1 comentario:

  1. Che, locos las crónicas son lamentables. Todavía ningún medio a requerido una explicación del expendedor como del dueño. Cuya responsabilidad criminal es absoluta. Espero que el dinero y las influencias no dejen este lamentable hecho en el olvido.
    IGNACIO PÉREZ BATÁN

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