jueves, 23 de junio de 2011

UN GRAN ESTADIO DE FUTBOL PARA SANTIAGO… ¿OTRA PLAZA “AÑORANZA”?

Zona costanera frente al rio Dulce


Por Desiderio Sosa Farías

La web “Arena Política” se hace eco del anuncio de que el Ministro Julio de Vido y el Gobernador Gerardo Zamora, artífices del los grandes cambios en Santiago con el impulso y realización de faraónicas obras, del proyecto de construcción en terrenos ganados al Río Dulce, entre el jardín botánico y el antiguo “Puente Negro”, de un estadio de futbol de grandes dimensiones con capacidad para 30 mil espectadores.

Bien tiene merecido nuestro futbol que lo incluyan en carpetas de proyectos oficiales porque son muchos sus pergaminos y figuras gloriosas que le dieron lustre a esta actividad en el campo nacional e internacional; pero se podría a esta hora evaluar de que con una inversión millonaria, como lo fue la de la Terminal de Ómnibus o el Autódromo de las Termas de Río Hondo, el fin no justificaría los medios, y este anunciado proyecto reflejar como aquellos la suspicacia de otro gran negociado.

El futbol en general en la Argentina pasa por momentos institucionales y deportivos críticos. Sus espectáculos como expresión de calidad en si mismo ya dejan mucho que desear. La falta de valores- todos negociados a Europa en cuanto asoman con futuro y condiciones – mas  la búsqueda de resultados al mejor precio conveniente que suplen el buen juego,  configuran la causa  cabal de la mediocridad que se expresa con cotejos generalmente aburridos y sin hechos destacables para mencionar a despecho de otros tiempos.

Y con el futbol en Santiago está pasando lo mismo. Ir a una cancha a presenciar un partido oficial de la Liga es, salvo pocas excepciones, una imagen parecida a la del profesionalismo, pero con la triste realidad de contemplar tribunas absolutamente vacías, que le confieren al compromiso  ribetes cuasi domésticos y carentes del interés popular a las convocatorias como lo fue en décadas pasadas.
Entonces… cuándo y cómo se llenará este flamante y monumental estadio con 30 mil almas o una cifra cercana? Tan solo sería con la presencia, pero aún con relativa  respuesta, de convocar una o dos veces al año en un “amistoso” a Boca Junior, River Plate o cualquier otro equipo de los llamados “grandes”. Y después?

Algo similar ocurre con el Autódromo riohondino, con tres carreras al año, que se compran a precios siderales, se regalan entradas para mostrarlo concurrido  cuando los costos de cada espectáculo da pérdidas importantes que soportan las finanzas del estado, verbigracia, los contribuyentes.

Y la Plaza Añoranza? A su hora un proyecto realizado con dispositivos tecnológicos de punta, que duerme el sueño de los justos. Porque allí nada se hace, salvo en esporádicas circunstancias, porque que no se amolda al estilo de vida del santiagueño acostumbrado a “comprar” espectáculos gratuitos montados en la Plaza Libertad; una fastidiosa modalidad, por otra parte, que no se puede erradicar de los hábitos comarcanos. Porque en nuestro principal paseo se siguen largando maratones, ralis y otros acontecimientos deportivos, que bien podrían tener cabida acaso en el hermoso y amplio Parque Aguirre, pero que los organizadores lo desechan porque no va nadie.
Imaginemos que un clásico como Mitre y Central Córdoba, con sus  conocidas y agresivas barras, movilizadas con numerosa gente se juegue en el nuevo gran escenario.

Cuantos lo presenciarán? 10 mil? 15 mil espectadores? Una cifra hoy arriesgadamente exagerada, importante, pero que no llegará a ocupar ni la mitad de la capacidad de soporte de espectadores del monumental estadio.  Entonces…para qué y quien más?
Y vale preguntar también: ¿cuanto costará el mantenimiento de tan tremenda estructura sin que su uso reditúe al menos una parte de esos gastos que no serán pocos?. Porque a ese compromiso de rutina habrá que sumarle seguridad y empleados permanentes de intendencia, de lo contrario, el vandalismo se ocupará de romperlo.

Vale recordar una histórica anécdota de lo que pudo haber sido un gran estadio de futbol para la provincia. Fue cuando el entonces gobernador peronista Francisco Javier González gestionó ante la misma Eva Perón la “construcción de un estadio para Santiago”. Así habría sido el pedido textual del flamante mandatario; pero en rigor fue una estrategia. González  obtuvo  los recursos económicos que en la realidad tuvieron por destino levantar la nueva cancha del Club Atlético Santiago del cual  fue hincha, simpatizante y dirigente. Hoy esos tendidos, en deplorable estado en la intersección de calles La Plata e Hipólito Irigoyen, a poca distancia del Puente Carretero, quedaron abandonados, el terreno de amplias dimensiones enajenado y convertido en un basural, y el club como institución desaparecido.

El proyecto no tuvo continuidad porque dicen que cuando Eva se enteró del real destino de los fondos (un gobernador mentiroso, habría dicho) decidió no conceder ningún aporte más, y el futbol de la provincia se quedó sin su “proyecto de gran estadio”.
La idea de que se lo haga hoy no deja de ser interesante. Pero debe ser concordante  con lo que se necesite y justifique, sin gastos faraónicos, y cuyo uso sea factible con la frecuencia de una demanda casi permanente y coherente. De lo contrario, exhibiremos otro gigante dormido a modo de paisaje turístico.


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