miércoles, 20 de julio de 2011

ESPANTOS ERAN LOS DE ANTES

Un remisero trasladó a una pasajera que ingresó en el cementerio y nunca regresó

El episodio habría ocurrido en la madrugada del domingo último.
Un remisero contaba una extraña experiencia que había tenido con una pasajera, sin poder salir de su estado de asombro y estupor, porque no le encontraba una explicación racional a la desaparición de la mujer en el interior del cementerio La Piedad.

Según refirieron quienes escucharon el relato del trabajador, recién comenzaba la madrugada del domingo pasado cuando una persona le hizo señas en la zona oeste de esta capital.
Se trataba de una mujer relativamente joven, quien ascendió al automóvil y le indicó que la llevara hasta la necrópolis local.

En la rotonda que existe frente a la entrada principal del camposanto, ubicada en Islas Malvinas y Pablo VI, el conductor se detuvo y la pasajera descendió, no sin antes indicarle que la aguardara un momento.

Siempre de acuerdo con lo que contó el remisero, ella cruzó la calle Islas Malvinas y se paró delante del portón principal. Extrajo una llave y lo abrió. Caminó unos pasos, ya dentro del cementerio y la perdió de vista.

Pasaron varios minutos mientras aguardaba que su extraña pasajera regresara, hasta que se acercó a la ventanilla del auto un policía que vigilaba ese sector. El uniformado le preguntó qué hacía allí y él respondió que esperaba que saliera una mujer que había trasladado momentos antes.

Sin embargo, el efectivo le dijo que había visto llegar el automóvil y luego detenerse, pero que no había visto descender a nadie.

El remisero, confundido, aseguró que su pasajera había bajado y abierto el portón principal, por lo que creyó que se trataba de algún funcionario o empleado de la parte administrativa del cementerio que necesitaba acceder a las oficinas por algún motivo.

La duda se instaló entre ambos hombres, motivo por el que juntos fueron hasta el portón y verificaron que efectivamente estaba cerrado y que no había nadie en la administración.

Al chofer no le quedó otra alternativa que volver a su auto y alejarse del lugar, sin haber cobrado el viaje de ida y sin tener en claro qué había sucedido.

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