martes, 30 de julio de 2013

PASO Y QUIERO


PASO Y QUIERO

Por Jorge R. Enríquez

 


Las primarias abiertas, obligatorias y simultáneas (PASO) tienen aspectos positivos y otros cuestionables.
Entre los últimos, resulta difícil de justificar la obligatoriedad del voto. Ya es opinable esa obligatoriedad en las elecciones generales. Tal característica nació con la ley Sáenz Peña en 1912. Entonces podía entenderse. Había que crear al votante. En 1994 fue incorporada a la Constitución Nacional, de manera que ahora una ley no podría suprimirla. Pero extender esa exigencia a elecciones internas parece una demasía.

El hecho de que cualquier ciudadano tenga el derecho de votar en la primaria de cualquier partido, aunque no esté afiliado a él o aunque esté afiliado a otro, es también controvertido. ¿Qué sentido tiene en la actualidad ser afiliado a un partido? Las primarias abiertas son tradicionales en los Estados Unidos, pero en Europa, donde los partidos son más fuertes, son cerradas. Hay un propósito loable en la apertura: que los ciudadanos participen y que se rompan las oligarquías partidarias. La contracara es el debilitamiento de los partidos políticos.

A ese debilitamiento concurre la posibilidad de que haya listas en las alianzas que mezclen candidatos de diferentes. Veamos el caso, por ejemplo, de UNEN.

Esta alianza entre la Unión Cívica Radical, el Partido Socialista, la Coalición Cívica y otros partidos es muy meritoria, porque responde a la demanda ciudadana de unión entre sectores afines y porque permite que el voto popular sea el que ordene cómo se conformará la lista para octubre.

Ahora bien, es raro que los radicales Ricardo Gil Lavedra y Rodolfo Terragno estén en listas distintas, del mismo modo que lo están los "aristas" Elisa Carrió y Alfonso Prat Gay. ¿Carrió debe desear que su correligionario Prat Gay pierda la precandidatura a senador ante Pino Solanas, que es de otro partido? ¿Gil Lavedra debe desear que gane Prat Gay en lugar de su correligionario Terragno?

Lo natural hubiera sido que cada partido, mediante elecciones internas, determinara sus listas, y que después la ciudadanía en primarias abiertas eligiera entre esas listas cuando existieran alianzas. El sistema actual es confuso y contribuye a desdibujar los perfiles partidarios. Se termina votando a personas, no a partidos. ¿Cómo jugará ese modo de elección en la conformación de los bloques parlamentarios? ¿Se respetará la particular integración de esas listas o cada uno volverá al redil partidario?

Insisto: es bueno que los partidos afines se unan, pero ¿cuán afines son los partidos que integran UNEN? Pareciera que el radicalismo y el socialismo lo son, por lo menos desde que, superando antiguas antipatías, se aliaron en la Unión Democrática en 1945. Sin embargo, la presencia de Pino Solanas despierta muchas dudas. ¿Qué tiene en común un peronista y chavista como él con la republicana Elisa Carrió?

El mismo Solanas ha dicho que se trata solamente de una alianza electoral. Traducción: se trata de un acuerdo meramente oportunista. Los porteños deben prestar mucha atención a esas inconsecuencias y tener bien afiladas las tijeras. Nadie está obligado a adquirir esos combos contra natura.

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